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El crecimiento del wellness en Latinoamérica

Más allá de las estadísticas, es necesario considerar que hay realidades muy distintas entre América del Norte y América del Sur, donde se ha avanzado mucho pero todavía queda mucho por hacer. De todos modos, el mercado del wellness latinoamericano experimenta año a año un marcado desarrollo que lo coloca 4º en el ranking mundial de los que más crecen.

Del 13 al 16 de octubre, en el marco del Salón Internacional de la Piscina realizado en Barcelona, se llevó a cabo el II Wellness & Spa Event.

Allí los profesionales del sector intercambiamos opiniones y conocimientos adquiridos en el desempeño de nuestro trabajo, que sin dudas es sumamente interdisciplinario, ya que involucra a la arquitectura, la terapéutica, la administración, el marketing y la capacitación.

Durante esta enriquecedora experiencia pasaron por el estrado e integraron las mesas redondas disertantes de casi todo los países europeos, Medio Oriente y África. Tuve el honor de haber sido elegida como representante de Latinoamérica y el tema que se me asignó fue “El  crecimiento del wellness en los países emergentes-Latinoamérica”. Para desarrollarlo tomé como base las estadísticas que publica la Global Spa & Wellness Summit, conjuntamente con el Stanford Research Institute-SRI International, sobre informaciones recogidas de 210 países. Al hacerlo traté de llamar la atención respecto a que los números así como aparecen no reflejan la realidad pura, dado que si no se los contextualiza en la realidad socio-económica y geopolítica, las densidades poblacionales y las influencias que reciben de países vecinos, como es el caso de Centroamérica y el Caribe, se corre el riesgo de hacer una interpretación errónea de los resultados. Si nos guiamos por los números, es Brasil quien lidera el mercado; pero si relacionamos estos resultados con los parámetros que mencionaba antes, veremos que el consumo del wellness tiene mucha mayor injerencia en Puerto Rico, influenciado por Estados Unidos y la demanda que ejercen los turistas de esa nacionalidad que lo visitan.

Mi disertación tuvo lugar el segundo día del evento; hasta entonces había oído y visto en las presentaciones una cantidad de definiciones de “wellness” que diferían en algunos casos considerablemente, según quien las enunciaba y el país del que provenían.

Entonces no pude menos que preguntarle a la audiencia, si ellos suponían que cuando en 1961 Halbert L. Dunn creó el neologismo “wellness” se habrá llegado a imaginar que daría lugar a tantas discusiones sobre su aplicación. En ese momento su intención era la de encontrar o crear una palabra que sintetizara su propuesta de vivir mejor y de manera más saludable. Por ello combinó dos conceptos: wellbeing + fitness (sentirse bien + actividad o forma física), y lo publicó en un sencillo folleto llamado “High-level wellness”, en el que motivaba a sus compatriotas a adoptar hábitos de vida más saludables para contrarrestar las enfermedades de la modernidad, como el sedentarismo, la obesidad o el tabaquismo, que aumentaban considerablemente los gastos de salud pública.  

Pudimos observar, entonces, que por ser tan nuevo este concepto, no se lo aplica de la misma manera en todos los sitios, y su significado varía considerablemente según el país o el continente donde se lo emplea.

Al mostrar las estadísticas respecto a la cantidad de viajeros y de gastos en Turismo de Salud y Bienestar en el continente americano, hice notar que es importante considerar que hay realidades muy diferenciadas entre América del Norte –que incluye a Estados Unidos, Canadá, América Central y el Caribe– y América del Sur, donde si bien se ha avanzado mucho, todavía queda un largo camino por recorrer.

La globalización de las comunicaciones permite que personas e informaciones lleguen en cuestión de minutos o de horas a todos los confines del mundo, como así también modalidades y tendencias. No obstante, la diferencia entre las superficies territoriales, las densidades de población, sus diversidades culturales y las economías de cada país marcarán el devenir de la actividad.

Es cierto que en nuestro continente estas variables son inestables, no siempre se atienen a una lógica ni permiten realizar una proyección en el tiempo que sea sustentable y matemáticamente comprobable.

Las continuas contingencias políticas y las economías inestables obligan a realizar permanentes ajustes en estas proyecciones, ya que lo que parecía cierto para mañana cambia radicalmente en menos de un año, quizás. Eso lleva a que resulte muy difícil la captación de inversores, sobre todo porque no siempre se cuentan con garantías legales que hagan suponer una tranquilidad a la hora de pensar en un recupero a largo plazo, como sucede en el sector del wellness, donde los cálculos más optimistas hacen suponer entre 5 y 10 años de gestión para comenzar a ver los resultados, según la envergadura del proyecto.

A pesar de esto, el mercado del wellness latinoamericano experimenta año a año un marcado crecimiento que lo coloca 4º en el ranking mundial de los que más crecen.

También comenté que la falta de legislación específica puede ser una gran debilidad a la hora de poder evaluarlos y presentar una oferta homogénea. Pero que, desde otra perspectiva, esa misma falta de legislación le da una mayor amplitud de acción, ya que la actividad del Turismo de Salud y Bienestar no queda atrapada en rígidos encuadres, como sucede en Europa, donde muchas veces limitan considerablemente su accionar comercial.

Vale decir que en Latinoamérica no es extraño encontrar diferentes tipos de spas; y no sucede lo mismo que en Europa, donde la ley los encuadra y clasifica según el tipo de aguas que utilizan.

La mayor libertad de acción, en algunas oportunidades, se convierte en un impulso para comenzar a operar con lo que se tiene y seguir una constante evolución según las tendencias del mercado.

 

 

FUENTE: el-crecimiento-del-wellness-en-latinoamerica

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