Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ésa es “la pregunta del millón”; es el interrogante que tienen muchos empresarios del sector, que por requerimientos de la demanda y por mantener el nivel de la competencia se vieron obligados a incorporar este tipo de servicios a su establecimiento, aunque en realidad conocen muy poco del tema.
A esta pregunta podríamos responder con otras preguntas, cuyas respuestas marcarán las pistas a seguir por quienes quieren llegar a la meta con éxito. ¿Se ha anexado el spa pensándolo como una nueva unidad de negocios? ¿Se ha hecho un estudio de mercado, de la competencia y de la propia demanda previamente? ¿Cuenta el spa con los equipamientos e insumos adecuados a los servicios que se pretenden brindar? ¿Se ha diseñado un menú de tratamientos y servicios para ofrecer a los huéspedes o visitantes según un plan de marketing preestablecido?
Es necesario contestar minuciosamente estas preguntas para poder elegir el rumbo a seguir.
Si se desea que el spa no sea una carga o un elemento deficitario en las cuentas del hotel, se debe tomar conciencia de que su sola instalación no basta para que así suceda; el spa no genera ganancias espontáneamente, sino todo lo contrario, porque los gastos fijos para su funcionamiento diario –como electricidad, agua, gas, personal, aromas y otros detalles– hacen una suma bastante abultada a fin de mes, que ocasionará pérdida de dinero si no se logra rentabilizarlos correctamente.
¿Cuáles son los errores más comunes que se cometen a la hora de instalar un spa en el hotel? Generalmente son de cálculo o de apreciación, referidos al espacio a ocupar, al promedio de ocupación, la oferta, la demanda y la competencia.
Existen estándares de calidad a nivel internacional respecto al espacio que deben ser respetados para lograr distinción. Espacios pequeños con mucha carga de pasajeros son tan perjudiciales para la imagen como grandes volúmenes totalmente vacíos. Estos errores suelen cometerse cuando se adaptan espacios que fueron pensados para otro fin o cuando no se parte de un diagnóstico adecuado para el diseño del área.
Es imprescindible conocer a la demanda para organizar la oferta de servicios y productos; saber cuál es el nivel de gastos que está dispuesto a hacer, a fin de poder elegir correctamente la línea de productos e insumos a emplear para brindar los tratamientos. También saber diferenciar entre clientes corporativos –que pueden permanecer poco tiempo en el spa– y los que tienen más tiempo libre, un ingrediente significativo para elaborar el menú de tratamientos y los circuitos que se puedan ofrecer dentro del spa.
En la actualidad hay tratamientos o rituales; se entiende por estos últimos a la conjunción de diferentes técnicas de masajes en un mismo tratamiento, que marcan tendencias a nivel local e internacional. El cliente –cada vez más globalizado– los conoce y solicita, en cualquier parte del mundo.
Integrar un recorrido por el área de temperaturas, el relax, el circuito hídrico y culminarlo con un tratamiento a elección del cliente da lugar a una day spa o circuito spa, que puede tener innumerables combinaciones y tarifas.
Este programa puede ser vendido conjuntamente con la estadía –lo que aumentará la facturación del hotel en general–, como también a clientes externos o membresías.
Trabajar articuladamente según un programa de marketing que integre los servicios del spa con los demás servicios tradicionales del hotel es otra manera de aumentar la rentabilidad, pues se está realizando una preventa de servicios que facilita la organización del personal eventual, especialmente de los terapeutas, que generalmente son contratados cuando hay alta demanda, y se evita de esta manera tener una planta de personal ociosa. También se asegura que el cliente compre servicios que en ocasiones deja supeditados al tiempo libre que le quede después de realizar otras actividades, o al dinero que le sobre.
Cuando se piensa en el spa como unidad de negocio es conveniente incorporar una línea de productos que tenga envases o presentaciones para la venta minorista o retail; así los terapeutas aconsejarán al terminar el tratamiento realizar apoyo domiciliario con aplicaciones diarias que prolonguen los efectos que se acaban de obtener. De esta manera se puede aumentar hasta en un 40% la facturación del spa.
Lo propio sucede si conocemos la demanda y nos enfocamos a ella. Por ejemplo, si el spa está en un hotel corporativo y la mayoría de los clientes son hombres, hay que disponer de un menú especial con tratamientos que se ajusten a sus requerimientos, como también productos adecuados a la piel masculina.
Existen numerosas herramientas y profesionales capacitados para brindar la asesoría necesaria con el propósito de que un spa sea mucho más que otra estrella para el hotel.
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