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Crisis climática, el desafío silencioso para Latinoamérica

Aunque la crisis por el cambio climático salió del foco de varios gobiernos y corporaciones, los expertos insisten en el riesgo de subestimar la realidad.

Mientras la industria turística latinoamericana celebra la recuperación pospandemia y enfoca su agenda en la digitalización, un riesgo existencial permanece peligrosamente subestimado: la crisis climática. Aunque los informes de 2025 de las agencias meteorológicas pintan un panorama de volatilidad extrema, la mitigación y adaptación climática aún luchan por ascender al primer plano en las directivas de los grandes holdings.

Tampoco ayuda que varios países de América Latina estén desmantelando aceleradamente su legislación ambiental, obnubilados por la promesa del desarrollo basado en el extractivismo.

Lo que no avanza

Un reciente informe del Foro Económico Mundial (WEF) presentado en Davos, en colaboración con el Instituto Potsdam de Investigación sobre el Impacto Climático, sobre la salud de los sistemas planetarios y el estado de la acción corporativa en relación con la naturaleza y el clima, muestra que solo el 10% de las empresas están logrando avances tangibles y significativos en sus objetivos climáticos y de naturaleza.

“Las empresas enfrentan dificultades para desarrollar resiliencia y agilidad frente a las incertidumbres y complejidades derivadas de las tensiones geopolíticas, las disrupciones tecnológicas y los efectos del cambio climático en su fuerza laboral, activos y cadenas de suministro. Al mismo tiempo, deben seguir asegurando el crecimiento y la rentabilidad”, explicó Gim Huay Neo, director ejecutivo de WEF.

Lo cierto es que el clima ha dejado de ser una externalidad para convertirse en un costo operativo y un factor de descapitalización de activos para el turismo. En este informe analizamos los riesgos, las oportunidades de negocio y las estrategias de resiliencia que marcan la diferencia entre la supervivencia y el estancamiento de los destinos latinoamericanos.

Malvenida la crisis de volatilidad extrema

Los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) son contundentes y sirven como el primer gran llamado de atención. Según el Informe sobre el Estado del Clima en América Latina y el Caribe 2024 (publicado en marzo de 2025), la región vivió "12 meses de extremos climáticos sin precedentes".

Según advirtió el organismo, la temperatura promedio de la región superó en 0.90º C la media del período 1991-2020. Esta cifra colocó al año 2024 entre los más cálidos jamás registrados en la región.

Desde la desaparición del último glaciar en Venezuela, el Humboldt, pasando por fenómenos de sequía extrema en Colombia hasta las peores inundaciones de la historia en el sur de Brasil, el calentamiento récord se tradujo en eventos catastróficos que golpearon directamente la infraestructura turística y la estabilidad económica de las zonas más dependientes del turismo.

Aunque estos casos evidenciaron que el riesgo es multisectorial y geográficamente disperso, la afectación sobre la cadena de valor turística, desde aeropuertos hasta resorts y ecosistemas clave, es evidente.

"En 2024 los efectos de los fenómenos meteorológicos y climáticos se extendieron en cadena desde los Andes hasta la Amazonia, y desde ciudades atestadas hasta comunidades costeras, causando importantes perturbaciones económicas y medioambientales”, declaró la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, quien graficó: “La sequía y el calor extremo avivaron devastadores incendios forestales. Las precipitaciones excepcionales provocaron inundaciones sin precedentes, y se formó el huracán de categoría 5 más precoz jamás registrado".

Cabe destacar los efectos del año más cálido que se tenga registro en los glaciares. "Pero también hay esperanza. Las alertas tempranas y los servicios climáticos están salvando vidas y aumentando la resiliencia en toda América Latina y el Caribe”, afirmó Celeste Saulo. La funcionaria añadió que otro motivo de alivio -en el marco de un informe que presenta una realidad desoladora- fue el papel cada vez más importante de las energías renovables, que representaron cerca del 69% de la matriz energética de la región. Las energías solar y eólica experimentaron un notable aumento del 30% en términos de capacidad y generación respecto a 2023.

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La Amenaza del cambio climático al Modelo Caribeño

El Caribe, pilar del turismo regional, enfrenta una doble vulnerabilidad: la exposición a ciclones intensos y la presión incesante de un modelo turístico masivo.

El problema para el negocio se centra en la descapitalización de los activos inmobiliarios en zonas costeras. El análisis de MAPFRE Global Risks (julio de 2025) señala que los fenómenos meteorológicos extremos (tormentas y huracanes) y el aumento del nivel del mar impactan en la infraestructura, obligando a inversiones constantes en resiliencia que erosionan los márgenes corporativos.

Además, las temporadas de huracanes cada vez más largas e impredecibles, sumadas a las intensas olas de calor, generan una volatilidad en las reservas, lo cual estrangula el flujo de caja.

El riesgo para los inversores es claro: la certeza sobre la duración de la temporada alta se diluye, dificultando la planificación financiera a medio y largo plazo.

Cuando el atractivo natural se evapora

El segmento de ecoturismo, uno de los de mayor crecimiento en la región, está directamente amenazado por el colapso hídrico en ecosistemas icónicos.

La Amazonía ha pasado de ser un sumidero de carbono a un emisor. El proyecto experimental Esecaflor reveló que la selva, tras una sequía inducida, perdió cerca del 40% de su biomasa y, por ende, su capacidad para absorber carbono.

La causa principal, sin embargo, es la acción humana. Un estudio científico reportado por Actualidad Ambiental en septiembre de 2025 señala que "casi el 75% de la disminución de las lluvias en la Amazonía de Brasil se debe directamente a la deforestación, lo que incrementa el riesgo de incendios forestales y agrava el círculo de degradación”.

Para el negocio turístico, esto significa el colapso del ecoturismo fluvial, la pérdida de biodiversidad (la atracción principal) y la necesidad de pivotar rápidamente hacia modelos de "turismo de conservación" que inyecten capital directamente en la lucha contra la deforestación.

Lo mismo ocurre en el lago Titicaca, donde la crisis hídrica ha llevado a la reducción de la masa de agua dulce afectando la navegabilidad y la experiencia turística lacustre, y obligando a buscar fuentes de agua alternativas, aumentando los costos operativos.

El Negocio de la resiliencia del turismo sostenible

El mercado ha comenzado a desarrollar soluciones financieras para transferir el riesgo, siendo los seguros la primera línea de defensa para los activos turísticos.

No obstante, a principios de este año el Foro Económico Mundial (WEF) lanzó una advertencia clara sobre los "desiertos de seguros": regiones de alto riesgo donde las aseguradoras retiran o restringen drásticamente la cobertura. Esta situación genera una doble crisis:

  • Aumento de Primas: Hace que la cobertura sea inalcanzable para muchos operadores.
  • Riesgo Crediticio: Sin seguro, los activos quedan fuera de la garantía bancaria, pudiendo congelar los mercados inmobiliarios en áreas de alto riesgo, e impactando en la renovación de capital e inversión.

La Oportunidad de los Seguros Paramétricos

Para contrarrestar esta amenaza, el modelo de seguro paramétrico emerge como una innovación financiera crucial. A diferencia del seguro tradicional, este instrumento garantiza pagos automáticos cuando se alcanza un parámetro climático predefinido (ej. velocidad del viento por encima de 150 km/h o un nivel de sequía determinado).

El análisis del Real Instituto Elcano y MAPFRE Global Risks concluyen que esta solución permite la liquidez inmediata para la recuperación de un hotel o destino, garantizando la continuidad del negocio ante un evento extremo.

De esta forma, la inversión en este tipo de productos y en la tecnología para medir los riesgos podría convertirse en una ventaja competitiva para atraer turoperadores internacionales.

El giro regenerativo

La última y más rentable oportunidad de mercado reside en un cambio de paradigma: el paso de la sostenibilidad (no dejar huella) a la regeneración (dejar el lugar mejor de cómo se encontró).

El nicho del turismo regenerativo es el de más rápido crecimiento, con expertos que esperan un aumento del 30% al 40% en la demanda para 2025, según datos de la plataforma Arkangeles (diciembre de 2024). Este modelo no solo atrae al viajero consciente, sino que le permite cobrar un precio premium por el valor añadido de la "experiencia transformadora".

Los estudios académicos confirman la validez del enfoque como estrategia de negocio y desarrollo local:

  • Modelo de Socioecogestión: El Repositorio Institucional de la UNSAM destaca que la regeneración se implementa a través de la "recuperación de saberes ancestrales" y la capacitación de comunidades para que el destino "devuelva más de lo que consume".
  • Regeneración del Paisaje: El análisis de Tourism&landscape (octubre de 2025) concluye que el turismo regenerativo es vital para la "reconstrucción de paisajes degradados" y la "resignificación de lugares marcados por el extractivismo".

El ejemplo del Eje Cafetero en Colombia, que ha utilizado este enfoque para generar nuevas fuentes de ingresos en comunidades previamente afectadas por conflictos armados, demuestra que la inversión en regeneración es, de hecho, una inversión en estabilidad económica y resiliencia social a largo plazo.

En un entorno de riesgos climáticos crecientes, la resiliencia se ha convertido en la nueva métrica de la rentabilidad. Los stakeholders que integren la mitigación y la adaptación en su estrategia de capital tendrán más chances de hacer viable el negocio turístico latinoamericano en el próximo decenio.

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