El turismo es una de las fuerzas económicas más poderosas del mundo. Sin embargo, en muchas ciudades de Europa, el sobreturismo o turismo de masas ha transformado lo que alguna vez fue una fuente de desarrollo en un desafío crítico para los residentes y las autoridades locales.
El crecimiento del turismo de masas genera tensiones: ¿es posible encontrar un equilibrio sostenible?
En muchas ciudades de Europa, el turismo de masas continúa transformando lo que alguna vez fue una fuente de desarrollo en un desafío crítico.
Desde los años 70, modelos como el Índice de Irritación de George Doxey y el Ciclo de Vida de Butler predijeron que el crecimiento desmedido del turismo podía llevar a la saturación de destinos. Según el modelo de Doxey (también llamado Irridex), las ciudades pasan de la euforia inicial a la apatía, y finalmente al antagonismo hacia los visitantes, cuando la calidad de vida local se ve afectada.
Barcelona es un ejemplo emblemático: su transformación en destino turístico global tras los Juegos Olímpicos de 1992 impulsó el crecimiento, pero hoy enfrenta protestas contra el turismo masivo. Los alquileres exorbitantes, el ruido constante y la pérdida de identidad local son algunos de los puntos críticos que resienten los residentes.
Impactos del turismo de masas en las ciudades europeas
El turismo masivo tiene efectos contradictorios ya que, por un lado, genera empleo, fomenta el intercambio cultural y aporta ingresos a los municipios. Por otro lado, incrementa los costos de vida y provoca tensiones sociales y medioambientales.
Richard Butler, experto en gestión turística, destaca que los propios residentes tienen un papel en este fenómeno. "En algún momento, fueron participantes voluntarios del turismo. No significa que deban soportar los problemas actuales, pero no son completamente ajenos al fenómeno", comenta Butler.
Butler piensa que los sentimientos de los locales no pueden encasillarse en un tipo u otro, ya que sus emociones podrían ser diferentes dependiendo de su exposición a los turistas. Por ejemplo, un dueño de una tienda de souvenirs podría pensar de manera diferente sobre el turismo que los residentes de un barrio popular.
"Hay personas que odian el turismo y quieren verlo desaparecer, hay personas que quieren ver más turismo, y hay una masa en el medio que está un poco harta con algunos aspectos del turismo pero ven que tiene valor o dinero", dijo.
En ciudades como Barcelona, los gobiernos han impuesto restricciones a los alquileres turísticos y aumentado las tasas para los visitantes. Sin embargo, estas medidas suelen ser reactivas, aplicadas después de que los problemas han escalado.
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¿Un límite al turismo o un replanteamiento?
El Ciclo de Vida de Butler plantea que, al alcanzar su punto de estancamiento, un destino enfrenta dos opciones: declive o revitalización. La clave radica en encontrar un balance que permita sostener el turismo sin sacrificar la calidad de vida local.
Para lograrlo, es esencial implementar estrategias de gestión que contemplen las necesidades de los residentes y los visitantes. “El turismo no debe crecer descontroladamente ni detenerse por completo. En lugar de eso, es necesario un diálogo para determinar qué tipo de visitantes son compatibles con la identidad y sostenibilidad del destino”, propone Butler.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
- Diversificación de destinos: promover destinos menos saturados para distribuir el flujo turístico.
- Gestión de experiencias: diseñar actividades que minimicen el impacto en las comunidades locales.
- Regulación equilibrada: implementar límites a la capacidad turística sin ahogar la economía local.
- Educación de los visitantes: fomentar comportamientos respetuosos y sostenibles entre los turistas.
El turismo es tanto una oportunidad como un desafío. Encontrar el equilibrio entre desarrollo económico y sostenibilidad social es una tarea compleja, pero ineludible. Para los profesionales del sector, el futuro del turismo depende de su capacidad para reinventar la relación entre los destinos y quienes los visitan.
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