"Tourist go home" es el grito de guerra que se escucha en varias ciudades europeas ante la llegada del turismo masivo, al que acusan de invadir e impactar en los precios. Así, mientras la gran mayoría de los destinos le dan una bienvenida a los visitantes, algunos los desdeñan. La turismofobia está en marcha.
La “turismofobia” recalienta el verano europeo
Ocurre en las grandes urbes de España, Italia y Francia, especialmente. Barcelona es todo un ejemplo de este fenómeno.
Como protesta, recientemente seis hoteles sufrieron el ataque de personas disfrazadas con coloridas vestimentas y caretas que rompieron vidrios y mobiliario, en tanto que un bus turístico fue abordado por cuatro encapuchados que inmovilizaron su recorrido y pintaron "el turismo mata nuestros barrios". También se vandalizaron decenas de bicicletas de alquiler.
"Están matando a la gallina de los huevos de oro", claman desde las entidades empresariales. "No vamos a permitir que los ataques al sector continúen ni un día más", advirtió Álvaro Nadal, ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital de España.
¿Por qué se da la turismofobia?
La actividad turística, claro está, es vital para el crecimiento económico de un país que espera recibir este año una derrama superior a los € 77 mil millones, producto de 86 millones de arribos internacionales, casi el doble de su población (46,6 millones). De hecho, los últimos cálculos indican que la actividad aporta casi el 12,5% del producto nacional, lo que la convierte en la nueva primera industria española. Antes lo eran la automovilística y farmacéutica.
La controversia está planteada y uno de los focos de conflicto pasa por los alquileres de viviendas, que vienen sufriendo constantes aumentos que impactan en el bolsillo de quienes rentan viviendas permanentes. "Lo peor es que muchos de los que alquilan a precios exorbitantes en realidad entran en un negocio en alza muy nocivo, que es subalquilar a otros aprovechados que vuelven a realquilar. Hay casos de propietarios que descubrieron que su inmueble había sido subarrendado hasta siete veces", explicó un residente barcelonés a la prensa.
Paradojas de una industria que genera trabajo y divisas, pero que eleva el costo de vida.
La situación también está siendo aprovechada por grupos radicalizados que sostienen que el turismo solo beneficia a los capitalistas. Tal es el caso de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), antisistema, independentista, que ha subido duros reclamos a las redes sociales. El clima social se recalienta con acciones de vandalismo callejero de tinte separatista que opacan la imagen de la ciudad condal.
El letal atentado terrorista que acaba de llenar de horror a Barcelona podrá causar un intervalo en este tire y afloja, pero no por mucho tiempo. Está probado que el impacto negativo sobre los arribos turísticos puede durar entre tres y seis meses. París y Londres son ejemplos de urbes que, tras ser afectadas por ataques similares, recuperaron rápidamente el volumen regular de visitas.
El desafío de encontrar un punto de equilibrio está en manos de la dirigencia pública y privada. Una misión difícil, pero no imposible.
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