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Manual Islas y Playas

"Sol y playas": un clásico frente al desafío de evolucionar

El producto estrella del turismo, el de sol y playas, sigue en auge y diversificando perfiles de clientes. El desafío es el cambio climático.

El turismo de sol y playas, lejos de ser un simple recuerdo del pasado, está demostrando una capacidad de adaptación y resiliencia que lo ha consolidado como el producto líder indiscutible en la industria. Aunque también enfrenta nuevos desafíos: la presión asfixiante por la sostenibilidad y la búsqueda de experiencias más auténticas que marquen el pulso de su evolución.

En este informe del Manual Islas y Playas haremos un breve repaso de la actualidad del segmento, pero -sobre todo- veremos cómo este gigante pelea por no sucumbir y adaptarse a las consecuencias del cambio climático, mientras se reinventa para atender la enorme diversificación de los perfiles de los viajeros.

Los números del rey del turismo

En la actualidad la mitad del gasto turístico mundial se realiza en destinos costeros y marinos. Más de US$ 3 trillones que dejan una gran huella económica, de la que dependen innumerables familias y trabajadores.

Según un reciente informe de WTTC (Consejo Mundial de Viajes y Turismo), el turismo de sol y playas contribuyó con 52 millones de empleos y un aporte fiscal de US$ 820.000 millones.

Si se incluyen las empresas de la cadena de suministro, la contribución total se eleva a 100 millones de puestos de trabajo.

Este aporte abarca a países con diferentes niveles de desarrollo, desde economías pequeñas centradas en el turismo hasta grandes economías diversificadas.

Otro verano récord

Más allá de las estadísticas, lo que sorprende son las postales de 2025, ya sea en Grecia, Brasil, España o el Caribe: otro verano boreal con resorts completos, playas abarrotadas y una creciente diversificación en los perfiles de los visitantes.

Familias que buscan la seguridad de los paquetes, parejas que prefieren experiencias más íntimas y jóvenes que priorizan aventuras o escapadas a playas menos conocidas, forman parte del paisaje de un segmento que se volvió un producto tan versátil que logra contener diferentes formas de viajar bajo una misma etiqueta.

All Inclusive: resistencia y adaptación

Una muestra de resiliencia es la de los resorts All Inclusive, que lejos de perder atractivo siguen siendo una apuesta segura. La conveniencia de contar con gastronomía, actividades y entretenimiento en un solo lugar mantiene el formato vigente.

A diferencia de lo que algunos analistas preveían hace unos años, el “todo incluido” no cayó en desgracia: se adaptó. Hoy incorpora propuestas gastronómicas de autor, actividades wellness y opciones de turismo responsable. Todo esto responde a las nuevas expectativas de los clientes, que exigen experiencias más completas sin renunciar a la comodidad.

El refugio de los paquetes vacacionales

Otro fenómeno que resistió y resurgió con fuerza es el de los paquetes vacacionales. En Europa, Euromonitor detectó un crecimiento sostenido del gasto en viajes combinados.

Este comportamiento responde a un contexto económico desafiante, donde la previsibilidad en precios y servicios se vuelve un factor clave.

Reservar un paquete todo incluido no solo es más cómodo: también protege al viajero de imprevistos, huelgas o problemas de conectividad aérea que marcaron las últimas temporadas en Europa y Norteamérica.

La alta gama suma al éxito de las playas

El turismo de alta gama tampoco le ha dado la espalda al clásico de las playas, pero en el segmento premium lo que ha habido es una redefinición del concepto.

Una visión que explica la consultora McKinsey cuando aclara que el sol y playa sigue siendo el favorito de los viajes de alto poder adquisitivo, aunque buscan autenticidad y personalización extrema. Villas privadas con chef propio, excursiones náuticas diseñadas a medida y retiros de bienestar en playas paradisíacas se convirtieron en el nuevo estándar del segmento.

Como señala Kwon Ping Ho, fundador del grupo Banyan: “Hoy cuando viajan buscan experiencias mucho más alejadas de lo convencional.” Esta tendencia ha impulsado la creación de microdestinos y resorts boutique en playas remotas, combinando paisajes vírgenes, actividades locales y servicios de alto nivel.

El asesor es imprescindible

A pesar del auge de la tecnología, los agentes de viajes no solo se mantienen relevantes, sino que se han convertido en indispensables para el viajero de lujo.

Los clientes de alta gama valoran la capacidad del agente para curar itinerarios complejos, manejar imprevistos y ofrecer un servicio de backend que garantice una experiencia sin preocupaciones.

El agente de viajes moderno utiliza la tecnología para optimizar su servicio, pero es su toque humano y su empatía lo que lo hace irremplazable.

Tendencias de producto

Frente a la diversificación de clientes, el otrora monolítico producto estrella se ha especializado en nichos muy específicos. Algunos que están en auge son:

-Turismo de bienestar y las "Bliss-cations": La tendencia de fusionar vacaciones con el bienestar es la más pujante del segmento. Los viajeros, impulsados por el deseo de desconectarse y recargarse, buscan hoteles que ofrezcan más que servicios de spa. Los resorts de playa de lujo están integrando retiros de yoga y meditación, programas de desintoxicación y menús de alimentación saludable.

-El auge del “Bleisure”: La flexibilidad del trabajo remoto ha consolidado la tendencia del “bleisure” (combinación de negocios y ocio). Los destinos de playa, tradicionalmente orientados al descanso, se han adaptado para atraer a profesionales que buscan combinar sus responsabilidades laborales con la oportunidad de disfrutar de la costa. Hoteles y resorts de playa están invirtiendo en espacios de coworking de alta tecnología, conectividad robusta y amenidades que permiten a los huéspedes mantenerse productivos mientras disfrutan de una escapada.

-Experiencias de aventura: Se están integrando actividades de aventura como el submarinismo, clases de vela o excursiones guiadas como parte del paquete todo incluido, ofreciendo más que solo descanso.

América Latina en el mapa global

América Latina ocupa un lugar especial en este escenario de playas favoritas para los viajeros. Un buen termómetro de ello son los premios Travelers’ Choice de TripAdvisor, que analiza millones de opiniones enviadas por viajeros de todo el mundo durante los últimos 12 meses.

En la edición 2025 de la lista de las 25 playas del orbe más deseadas, ocho entre “Lo mejor de lo mejor” están ubicadas en Latinoamérica y el Caribe. La que figura más arriba es Eagle Beach (3), en Aruba; seguida de Varadero, Cuba (6) y Bávaro Beach, República Dominicana (7). Playa Pilar (10), Cuba. En el puesto 13 aparece Ipanema, Brasil; Playa Delfines, Cancún (16); Playa Norte, en Isla Mujeres (19); Playa Balandra, México (21); y Muro Alto Beach (25º) de Porto Galinhas, Brasil.

El desafío de la supervivencia

Pese a todo lo dicho, el turismo de sol y playa tiene un desafío muy duro por delante: ser la primera línea de defensa frente al cambio climático.

De hecho, los expertos advierten que ahora el reto ya no es solo atraer turistas. Ahora, el objetivo es mantener la competitividad de los destinos frente a la presión ambiental.

El efecto dominó ambiental

El sector es especialmente vulnerable al cambio climático. Los destinos costeros y marinos se enfrentan a un mayor riesgo de erosión, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos, muchos de los cuales ya están afectando a comunidades de todo el mundo. Pero también afecta a los proveedores de viajes debido al efecto dominó.

Es que el cambio climático genera consecuencias directas e indirectas en el turismo costero. Por ejemplo, un destino de playa puede sufrir directamente una pérdida de gasto turístico debido a la erosión costera, lo que se traduce en un menor número de visitantes al año. Esto podría reducir tanto el atractivo a largo plazo de estos destinos, como los precios que las empresas pueden cobrar por las actividades o el alojamiento.

Pero también hay un impacto directo. Por ejemplo, un estudio del Cambridge Institute for Sustainability Leadership de Cambridge concluye que una subida del nivel del mar de un metro dañaría entre el 49% y el 60% de los destinos turísticos de la región del Caribe. Esto provocaría la pérdida o un grave deterioro del 60% de los complejos turísticos de la región, de 21 aeropuertos, e inundaría los terrenos de 35 puertos. Paralelamente, se reduciría la actividad económica debido a la interrupción del transporte, aumentaría el desempleo y generaría efectos a largo plazo en la salud y la educación de los residentes.

Las otras inversiones necesarias

“Los destinos costeros están cada vez más amenazados por los efectos del cambio climático. Necesitamos urgentemente una financiación eficaz y específica para proteger estos ecosistemas y garantizar que nuestro planeta siga prosperando”, afirmó Julia Simpson, presidenta & CEO de WTTC.

En un reciente informe, WTTC advirtió que el turismo costero requiere una inversión anual de US$ 65.000 millones para reducir su impacto ambiental y proteger infraestructuras, playas y ecosistemas marinos.

Prevenir el cambio climático y adaptarse a él en los destinos costeros y marinos exigirá un esfuerzo coordinado no solo del sector de los viajes y el turismo, sino también de los gobiernos y otras partes del sector privado.

Gran parte de esta labor no estará bajo el control directo del sector turístico, pero -según WTTC- los proveedores de viajes deberían ser una parte interesada clave en estos esfuerzos.

“Nunca es tarde para actuar. Si queremos proteger a nuestra industria, a su gente y a los ecosistemas de los que dependemos, debemos centrarnos en mitigar nuestras operaciones, transformar las cadenas de suministro e invertir en soluciones basadas en la naturaleza para la adaptación climática”, señaló Gloria Fluxà, vicepresidenta de Iberostar y presidenta del comité de sostenibilidad de WTTC. “Como empresa con más del 80% de nuestra actividad ubicada en el océano, actuar no es una opción, es nuestro deber. Como administradores de los destinos a los que servimos debemos defender una acción audaz”, concluyó.

En definitiva, el turismo de sol y playa sigue siendo el rey indiscutido, pero la permanencia en el podio dependerá de su capacidad de reinventarse. El reto es grande: seguir siendo atractivo y rentable, sin comprometer el entorno natural que lo hace único.

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