El problema es sencillo: la pandemia, además de paralizar los vuelos y las operaciones, impuso congelamientos y reducciones salariales, especialmente en Europa. Los conflictos actuales representan la pelea de los trabajadores por recobrar los ingresos que tenían prepandemia, presionados a su vez por un entorno macroeconómico inflacionario.
Europa: Las huelgas complican los vuelos y las operaciones
Uno de los aviones de la flota de Iberia Express
Vuelos en problemas: El caso español
En el caso de España, es la central Unión Sindical Obrera (USO), la que convocó a una huelga de tripulantes de cabina de la filial de Iberia, Iberia Express, que comenzó el 28 de agosto pasado y se extenderá hasta el 6 de septiembre próximo.
La medida afectará básicamente a la base de Madrid y supondrá la participación de unos 517 trabajadores. La huelga tiene que ver con “desbloquear la negociación de II Convenio Colectivo de TCP de la aerolínea. La compañía ha mantenido desde diciembre de 2021, cuando comenzaron las negociaciones, un nulo interés por mejorar las condiciones laborales del colectivo, oponiéndose a cualquier propuesta sindical y ofreciendo alternativas alejadas de la realidad”, afirma USO.
“Es urgente que se adecúen los salarios al incremento de los precios, pues los tripulantes llevan con los salarios congelados desde hace 7 años. Además, se reclama la consolidación del incremento salarial del 6,5% correspondiente a 2021 para todos los niveles; la creación de dos niveles salariales con un 11% y un 4% de incremento, así como una bonificación de 24 meses de antigüedad a todos los trabajadores del colectivo y la homogeneización del plus de transporte y la comisión de venta a bordo en todas las categorías de TCP”, detalla un comunicado de USO.
“Estamos muy decepcionados con la dirección de Iberia Express, quien ha demostrado no tener palabra ni respetar a los trabajadores que han luchado por mantener a flote la empresa mientras durante este verano recibirán beneficios millonarios. Confiamos en que reconsideren sus propuestas y aterricen en la realidad que rodea a sus trabajadores”, explicó Adriana Escauriaza, delegada de USO en Iberia Express.
El caso alemán
En Alemania quien motoriza el conflicto es el sindicato de pilotos de Lufthansa, Vereinigung Cockpit, que concluyó negociaciones con la patronal, hace pocas jornadas, sin alcanzar un acuerdo.
“Tras cuatro días de conversaciones sobre las condiciones marco para la continuación de las negociaciones, Vereinigung Cockpit y la patronal se separaron el pasado viernes sin llegar a un acuerdo. El sindicato ahora analiza con calma la situación actual en los comités responsables y discute cómo proceder”, comentó el gremio en un comunicado.
“A pesar de las intensas conversaciones entre nuestro comité de negociación colectiva y el empleador, no se pudo llegar a ninguna conclusión sobre una continuación prometedora de las negociaciones”, precisó Matthias Baier, portavoz de Vereinigung Cockpit. “Lufthansa nos envió esta mañana una oferta modificada, que la comisión de negociación colectiva calificó de insuficiente, a pesar de ser un paso en la dirección correcta”, agregó el gremialista.
Lo concreto es que, tras el desacuerdo, el sindicato ha comenzado con los preparativos jurídicos y organizativos para la huelga. “Estamos demasiado separados en este momento. Además de compensar la pérdida de salarios reales, lo que ahora necesitamos sobre todo es una solución a prueba de futuro para la estructura de remuneración en todos los grupos profesionales”, indicó Baier.
El impacto de las huelgas
“El futuro de la compañía está en entredicho”, afirmo Anko van der Werff, CEO de SAS, en el marco del concurso de acreedores bajo la protección del Capítulo 11 que está llevando adelante la empresa. Cabe recordar que el procedimiento judicial dio comienzo días después de que los pilotos convocaran, en julio pasado, una serie de jornadas de huelga. Los paros produjeron la cancelación de 4 mil vuelos y afectaron a 380 mil pasajeros. El costo financiero de la medida de fuerza fue valuando en € 132 millones. El dato no es menor si se toma en cuenta que SAS cerró los primeros nueve meses del año con un parcial negativo, pérdidas por € 550 millones.