Cuándo se producirá la recuperación de los viajes y el turismo es la pregunta del millón. Lamentablemente, el panorama es tan incierto y son tantas las variables condicionantes, que por ahora sólo se pueden ensayar distintos escenarios para responder a esa pregunta.
Cuatro escenarios sobre la recuperación del turismo
Uno de los estudios que aborda ese desafío es el de Global Journey Consulting para la Red Mundial de Turismo de Compras (WSTN, por sus siglas en inglés). Básicamente, porque el informe dirigido por Antonio Santos del Valle despliega cuatro posibles escenarios de recuperación de la industria, al mismo tiempo que plantea un conjunto de acciones para acelerar los ritmos de mejoría. De todos modos, los investigadores concluyen que la salida de la actual crisis es posible que ocurra de septiembre de 2020 a febrero de 2021.
“El mundo se encuentra actualmente en estado de shock tras el tremendo impacto psicológico y sociológico del confinamiento, factores clave para predecir posibles escenarios futuros en el turismo”, analiza el estudio, que añade: “El mayor enemigo es la incertidumbre y la mejor manera de enfrentarlo es predecir qué nos encontraremos, es decir, a donde nos dirigimos después del coronavirus”.
LOS POSIBLES PANORAMAS.
Previo a definir los ritmos de la recuperación según las perspectivas, el trabajo plantea cuatro diferentes escenarios, en función del comportamiento del turista tras la crisis, la interacción con las autoridades y el desarrollo económico mundial.
En el escenario 1, “Baja incidencia de la situación actual”, las restricciones gubernamentales sobre el movimiento de personas a nivel internacional serían temporales y/o insignificantes, la economía mundial dejaría de caer y mostraría rápidos síntomas de recuperación, y los temores del turista generados por la pandemia se relajarían. De darse estas situaciones, “en un tiempo relativamente corto se volvería a la situación anterior a la crisis” y las agendas de los actores públicos y privados retomarían los problemas previos: la sostenibilidad social y ambiental.
El escenario 2, “Miedo en la mente del turista”, implicaría que las restricciones oficiales a los viajes ser irían suavizando progresivamente, pero el trauma del Covid-19 seguiría instalado en la mente del turista y la economía no mostraría signos de recuperación. En este caso, “nos encontraríamos en una coyuntura en la que la demanda turística podría cambiar cualitativamente, con nuevos criterios en la decisión de compra que nos llevarían a un análisis y revisión de nuestra oferta”.
El panorama 3, “Restricciones gubernamentales”, sería aquel en el cual, si bien el comportamiento turístico se vea afectado a corto plazo, las políticas oficiales continuarían frenando el flujo de viajeros. Se trata de un escenario de contracción cuantitativa de la demanda a nivel internacional, que alteraría la vuelta a los números anteriores a la crisis y donde habría ganadores y perdedores. En esa situación la movilidad doméstica o de corta distancia se vería alentada por los gobiernos.
El 4º planteo conjuga cambios estructurales en el comportamiento gubernamental y turístico, donde el sector debería reconfigurar su oferta para adaptarse.
LOS RITMOS.
En un panorama de “baja incidencia” de la crisis sobre el porvenir, la recuperación sería inminente en Asia y no empezaría más allá de junio a julio para el resto de las regiones. Claro que para ello se tendrían que combinar ciertas variables que hoy parecen ciencia ficción: se logra el control de la pandemia, las medidas económicas tomadas por los países dan resultados y los principales países emisores se recomponen, y la sensación de seguridad de los turistas es alta.
En un escenario de impacto medio, recién para fines de septiembre la mayoría de las regiones podrían recuperar la senda del crecimiento, aunque no hay que descuidar que la percepción de seguridad sobre los viajeros.
Si se confirmara una “alta incidencia” –coincidente con la actual falta de control sobre la pandemia y la incapacidad de los gobiernos para activar la economía local- “muchos de los actores turísticos y comerciales no resistirían la presión económica y desaparecerían”. Además, la sensación de seguridad de los turistas sobre los destinos sería muy baja. Esta proyección se extendería hasta el último trimestre del año.
En caso de darse el peor de los escenarios, “incidencia aguda”, en muchas regiones la crisis se extendería hasta el primer trimestre de 2021 por una combinación de factores: el control de la pandemia a nivel mundial o regional no habría sido exitoso, la economía se encontraría en una situación grave debido a la falta total de resultados hasta ese momento y la sensación de seguridad de los turistas seguiría siendo muy baja.
LO QUE SÍ CAMBIA PARA TODOS.
Según el estudio, en cualquier caso la oferta turística debería orientarse hacia mercados más cercanos, con propuestas adaptadas a la nueva realidad.
También el pasajero no sería el mismo: “Esta crisis mostrará que los turistas en general han adquirido un cierto nivel de conciencia social y de conexión con el concepto de sostenibilidad. Apreciarán la calidad turística entendida no solo como un simple valor económico, sino también como satisfacción, calidad en el servicio contratado y autenticidad”. En este sentido, el informe advierte que las experiencias basadas en las nuevas tecnologías serán apreciadas sólo si proporcionan un cierto grado de "humanidad" y "calidez", así como de utilidad.
Naturalmente, la seguridad personal y de la sociedad receptora va a ser un elemento clave en la elección de un destino turístico. “En este caso, debemos tener en cuenta que las redes sociales y la comunicación entre usuarios son tan incontrolables que ninguna oferta puede intervenir de manera tan efectiva en la elección realizada por el turista como lo hizo antes de la crisis de Covid-19”, concluye el estudio.
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