Airbnb ofrece el alquiler de apartamentos, casas y hasta castillos en unas 34 mil ciudades de 191 países. Uber propone traslados en 421 destinos de 71 naciones. Aunque no tienen relación entre sí, ambas empresas fueron fundadas en 2008 en California por jóvenes emprendedores. La primera tiene hoy un valor de mercado de US$ 25,5 mil millones; la segunda, de US$ 62,5 mil millones.
Se trata, de dos novedosos ejemplos de una nueva ola de economía colaborativa que llega a la industria de viajes por un camino no exento de polémicas. Se los acusa de evasión impositiva, competencia desleal y precarización laboral, entre otras cosas.
El año pasado, Airbnb fue multada por € 600 mil en Barcelona por promover alojamientos turísticos sin licencia para operar como tales. Y días atrás numerosas asociaciones hoteleras manifestaron su enojo al saber que la Organización Mundial del Turismo (OMT) aceptó la incorporación del sitio online a sus filas. El presidente de la International Hotel & Restaurant Association (IH&RA), Jordi Busquets, declaró que la noticia le provocó "una enorme decepción respecto a las personas que puedan estar involucradas en el tema, más que en la institución". Y afirmó: "Se ha perdido una batalla, pero aún se puede triunfar en la guerra".
Mientras tanto, Airbnb avanza de manera avasalladora. Según un informe de Goldman Sachs, el sitio representará este año el 5,4% del suministro de habitaciones en Estados Unidos, frente al 3,6% de 2015. Y en una gran apuesta de posicionamiento, Airbnb decidió patrocinar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, su cuarto mercado global, después de París, Nueva York y Londres.
El suceso de Uber proviene de contraponer al taxi un servicio eficiente, con choferes amigables y a precios convenientes. Pero fuera del marco legal de muchos países.
En París, a comienzos de año y un día después que el gremio de taxistas bloqueara algunas de las principales vías de entrada a la ciudad en su rechazo, Uber recibió una multa de US$ 1,3 millones por aceptar clientes sin reserva en la vía pública. Y en ciudades como Buenos Aires el servicio está prohibido, aunque igual se lo ofrece.
En contraposición, las autoridades del Aeropuerto Internacional de Miami anunciaron la implementación de sectores específicos para recoger pasajeros de plataformas al estilo Uber. Entretanto, un residente de Boston está por poner en marcha una versión femenina del sistema, Chariot for Women, exclusivo para pasajeras mujeres.
Apostando a futuro, grandes jugadores se están incorporando a estas ramas del negocio. Apple acaba de invertir US$ 1.000 millones en Didi Chuxing, el principal rival de Uber en China, mientras que AccorHotels, el mayor operador hotelero mundial, adquirió onefinestay, firma especializada en el alquiler de casas de lujo.
La tecnología avanza más rápido que las leyes. A pesar del embate de los sectores tradicionales, la llamada economía colaborativa llegó para quedarse.
FUENTE: airbnb-y-uber-nuevos-paradigmas-del-negocio-turistico
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