El turismo como fenómeno económico y social ha brindado a los empresarios nuevos segmentos que agrandan la posibilidad de negocios y el desarrollo de su destino. El más importante de estos segmentos es el turismo MICE (Meeting Incentives Congress Exhibition), que ha adquirido en la últimas décadas una dimensión considerable. Sin exagerar, sostiene a un sector de la economía en sí mismo. Es un segmento de la propia industria turística en general y un conjunto de corrientes turísticas cuyo motivo de viaje está vinculado con la realización de actividades laborales y profesionales, llevadas a cabo en reuniones de negocios con diferentes propósitos y magnitudes.
Más del 43% de las reuniones en el mercado asociativo se hacen en un hotel, y aunque éste no tenga un espacio de eventos propiamente dicho, los viajeros de todos modos tienen que hospedarse en algún lado. A lo que se suma que las tarifas de los establecimientos son un gran atractivo a la hora de elegir dónde realizar un evento.
El turismo MICE ha tomado un carácter protagónico; los números son muy relevantes debido a los ingresos generados por estas reuniones. Mientras que en el turismo de placer el individuo trata de desconectarse de las responsabilidades laborales y disfrutar del momento, utilizando el mínimo de recursos posibles, los eventos MICE son lo opuesto. Se trata de pequeñas inversiones realizadas por empresas que brindan la posibilidad de generar más negocios, alcanzando a muchas personas en un corto espacio de tiempo, o como se dice en el mercado: “Meeting mean business”.
Todos los empresarios de la industria deben asumir las responsabilidades de la administración de su destino, y junto al sector público buscar la creación de un cluster turístico, la investigación y evaluación de mercado, el descubrimiento de su marca, apuntando a la fundación de un buró de convenciones.
Los burós ayudan a los destinos a acompañar el desarrollo del segmento de reuniones, que corre a una velocidad superior al turismo de placer. Así como atender a las necesidades del viajero de reuniones, que tiene un target diferente (su gasto promedio es de 3 a 4 veces más que un turista convencional).
Es muy importante brindar capacitación en este segmento, ya que el mismo implica un mayor involucramiento de la población de este destino, precisamente porque se vende una marca y las personas forman parte integral de ella. Esto, sumado a las políticas públicas que facilitarán la captación de eventos y reuniones, las universidades que aportan en la capacitación y la creación de nuevos profesionales, y muchos otros factores que están en juego en la creación de la imagen que se venderá al cliente de eventos.
Todos los destinos turísticos tienen un gran atractivo natural, un buen centro de convenciones y buena conectividad; el reto es conocer cómo eligen los organizadores sus destinos para convenciones. Para eso es necesario crear una marca en la que cada integrante del destino tenga una tarea estratégica para el éxito; y que se lleven a cabo acciones para que el destino se convierta en un destino profesional altamente calificado. De esta manera atraerá negocios profesionales y calificados.
Para que eso sea una realidad se necesita el interés de los hoteleros y el compromiso de todos los empresarios del destino para la creación de una herramienta de desarrollo a mediano y largo plazo, que atraiga inversiones a través del turismo de reuniones, promovendo así no sólo el desarrollo del destino, sino también acciones sustentables que involucren a toda la sociedad.
El desafío consiste en determinar una oferta competitiva y brindar satisfacción al viajero.
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