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Hoteles que guardan historia

La prosperidad económica de Argentina en los inicios del siglo XX tuvo su correlato en el desarrollo arquitectónico. Varios de esos edificios emblemáticos hoy albergan hoteles de lujo en Buenos Aires y en los destinos turísticos más destacados del país.

Algunos se comercializan bajo la categoría de hoteles históricos y, de hecho, varios sitios de reservas online y foros de viajeros los agrupan bajo esa nominación. Lo cierto es que los hoteles que operan en edificios emblemáticos o que cuentan con una trayectoria centenaria ocupan un lugar de privilegio en el mercado hotelero.

Una de sus principales ventajas es que ofrecen una propuesta arquitectónica atractiva y con un estilo bien definido: molduras artesanales, pisos de madera, caireles y escaleras de mármol, entre otros detalles de diseño. Además, en este tipo de construcciones está asegurada la calidad y la nobleza de los materiales; una condición difícil de encontrar en las obras modernas.

En segundo término, el paso de las décadas hace que las paredes guarden historias, relatos y expresiones artísticas; es decir, que el lugar adquiera su mística. Esto permite ofrecerle al huésped una experiencia distinta, algo que demanda con frecuencia en los últimos años.

En tercer lugar, quienes gerencian estos establecimientos buscan, y generalmente logran, un equilibrio entre construcciones históricas y servicios modernos. Entiéndase por eso equipamiento tecnológico, conexión a Internet, climatización eficiente y accesibilidad, entre otros factores.

En Argentina, y principalmente en Buenos Aires, existe una propuesta de hoteles emblemáticos que, además, se asocia a un servicio de alta gama.

HISTORIA PORTEÑA.

A principios de siglo XX la ciudad tuvo una etapa de crecimiento económico vinculada al sector agrícola-ganadero. Esta época de prosperidad tuvo su correlato en el desarrollo arquitectónico. Por ejemplo, en 1908 se inauguró el Teatro Colón. A su vez, la visita de personalidades internacionales, atraídas por los encantos de la “París de Sudamérica”, generó la necesidad de contar con hoteles de primera categoría.

En tal sentido, en 1909 se inauguró el Plaza Hotel Buenos Aires, frente a la Plaza San Martín. Don Ernesto Tornquist construyó en dos años el que fue considerado el primer rascacielos porteño y un punto de encuentro de intelectuales, artistas y la nobleza europea. Tras varios cambios de gerenciadores, en 2013 el Grupo Sutton lo compró a través de una operación de $ 280 millones para poner en valor la edificación centenaria.

Por otra parte, en 1920 Félix Álzaga Unzué, integrante de la burguesía porteña, le obsequió a su esposa Elena una mansión en Cerrito al 455. Esta joya arquitectónica de la Belle Époque es una de las construcciones más antiguas de Buenos Aires en su estilo. Desde 2001 forma parte de la cadena Four Seasons Hotel & Resorts y ofrece una colección de suites, con decoración de inspiración francesa, cielorrasos con mansardas y paredes revestidas en toile de jouy.

En tanto, el Palacio Duhau-Park Hyatt Buenos Aires está emplazado en un edificio de estilo francés de 1934, con decoraciones modernas del artista Celedonio Lohidoy. En los años 30 los hermanos Luis y Alberto Duhau le encargaron al arquitecto León Dourge este edificio, inspirado en el Château du Marais de Francia.

Por otra parte, en 1932 –concebido originariamente como un hotel de lujo– nació el Alvear Palace Hotel. La majestuosidad de sus instalaciones reflejan los estilos Luis XIV y Luis XVI, plasmados en los muebles, candelabros de cristal y paredes decoradas con láminas de oro.

Por su parte, el Hotel Phoenix fue inaugurado en 1889 en la esquina de San Martín y la avenida Córdoba. Se trata de un emprendimiento de estilo inglés, cuyo restaurante “Alexandra” homenajeaba a la esposa de Eduardo VII, el primer rey de Inglaterra en el siglo XX. El tiempo y los vaivenes económicos convirtieron los años de gloria en decadencia. Hasta que en 2005 el edificio fue remodelado y restaurado, y abrió sus puertas bajo el nombre de Esplendor Buenos Aires.

Asimismo, el Castelar Hotel& Spa inauguró en 1929, sobre la Avenida de Mayo, como un referente de la vanguardia hotelera. Por ejemplo, contó con el primer comedor refrigerado de Sudamérica, y en 1955 inauguró los baños turcos y la peluquería para damas; un acontecimiento comercial y social para la época.

El hotel se caracterizó por albergar a diversas personalidades relacionadas con la política, la cultura, las artes, la literatura y el teatro. Una de las visitas más importantes fue la de Federico García Lorca, quien residió en Buenos Aires entre octubre de 1933 y abril de 1934. En honor a esta visita, el hotel nombró la habitación que utilizó con su nombre y la ambientó con el estilo de la época.

HISTORIA FEDERAL.

Por otra parte, el interior del país también ofrece estadías cargadas de historia y estilo arquitectónico. En Rosario se encuentra el Esplendor Savoy Rosario. En 2009, el edificio del antiguo Hotel Savoy de 1910 fue completamente restaurado para recuperar su estilo y valor histórico. Con reminiscencias del neoclásico francés emerge como un ícono de la arquitectura rosarina.

En Pinamar, el Viejo Hotel Ostende cumplió 100 años y nunca cerró sus puertas. Ubicado sobre tierras de la estancia de Felicitas Guerrero, aún sorprende a sus visitas con sus pasillos laberínticos e historias sobre los artistas y escritores que alguna vez se alojaron allí.

A su vez, el edificio donde hoy opera el Park Hyatt Mendoza Hotel, Casino & Spa data de 1924. En esa época y en ese predio se inauguró la primera sala de juegos de la provincia, junto al Teatro Plaza y el Hotel Plaza. Los tres fueron exponentes de una ciudad que comenzaba a recuperar su brillo, luego del devastador terremoto de 1861. Por tal motivo, ingresar hoy a este hotel implica conectarse con una parte de la historia mendocina. De hecho, la fachada aún conserva el nombre original del hotel y la restauración del edificio conservó el estilo francés original.

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