En todo el orbe existen establecimientos que se caracterizan por llevar la preposición "más" en su eslogan de presentación: el más alto, el más antiguo o el más pequeño, entre otros. La clave está en la exclusividad, en brindar al huésped una experiencia inigualable y, en algunos casos, mencionar la presencia en el libro Guinness como un valor agregado al momento de vender el hotel. Aunque estas premisas puedan llegar a poner en riesgo el confort, la accesibilidad y la calidad de los servicios.
Culto a la excentricidad
Que el parámetro del lujo dejó de ser la ostentación y el gasto excesivo no es ninguna novedad. De hecho, los emprendimientos hoteleros conciben desde su gestación que lo que deben brindar son experiencias únicas. En tal sentido, hoteles de todo el orbe apuestan a la excentricidad en sus propuestas.
CUESTION DE METROS.
En varios hoteles el récord recae en sus dimensiones; es decir que la exclusividad de la experiencia la marcan los metros cuadrados. Por ejemplo, el nombre Punta Grande figura en el libro Guinness como el hotel más pequeño del mundo: todas sus instalaciones se resumen a 600 m² de superficie edificada y 9 m. de altura. Sin embargo, también sorprende por su ínfima capacidad: solo cuatro habitaciones dobles. Llegar hasta él supone viajar a la isla más remota de las Canarias, El Hierro; un destino plagado de cráteres volcánicos. En una de sus costas, de cara al océano Atlántico, emerge el pequeño edificio, fruto de la remodelación de un antiguo despacho de aduanas que no resistió a la decadencia del comercio marítimo con América.
Gran parte del decorado proviene del desguace de buques o restos de naufragios: ojos de buey, brújulas, fanales, cartas marinas, portulanos y un traje de buzo, actualmente expuesto en el comedor. Las habitaciones apuestan por la sencillez y el uso de madera de barco en sus cuartos de baño. Cada una tiene su estilo y proponen una estadía sin teléfono, televisor ni minibar.
La Nº 2 es una de las más solicitadas, ya que desde su terraza se puede lanzar la caña de pescar directo al mar.
Con una propuesta antagónica se erigió el resort World Genting, un complejo dedicado al entretenimiento que data de 1997. Si bien cuenta con varios hoteles de estilos bien diversificados, en 2006 su First World Hotel fue reconocido por el libro Guinness de los Records como el establecimiento con más habitaciones: 6.118. Ubicado a 90 km. de Kuala Lumpur, en Malasia, esta propuesta magnánima de alojamiento está acompañada por piletas, canchas de golf, centro comercial, casinos y espectáculos que cambian todas las noches.
Por otra parte, la de más altura viene de la mano del Ritz Carlton, en Hong Kong. Ubicado en la parte superior del International Commerce Centre dispone de 312 habitaciones de lujo, distribuidas entre las plantas 106 y 117. La entrada está en la 9º planta, los restaurantes se emplazan a partir de la 102º y el spa está situado en la 116º, mientras que el gimnasio y la piscina cubierta están en la 118º.
Pero la altura no es solo un dato estadístico, sino que dota a todas las habitaciones de vistas impactantes de Hong Kong. A su vez, los seis restaurantes ofrecen vistas panorámicas al puerto Victoria.
LA EXCLUISVIDAD COMO PROPUESTA.
Por su parte, el Burj Al Arab es el hotel que se destaca en el orbe por ostentar un servicio de 7 estrellas. Está situado sobre una isla artificial localizada a 270 m. de la playa, en el Golfo Pérsico, conectada a tierra firme mediante una ruta.
La construcción del edificio -de 321 m.- se inició en 1994 y las puertas del hotel se abrieron el 1º de diciembre de 1999. Su forma está inspirada en una embarcación a vela y su ubicación y arquitectura estuvieron pensados de modo tal que su sombra no cubra la playa.
Asimismo, el Burj Al Arab no tiene habitaciones standards sino que cuenta con 202 suites dobles. La más pequeña ocupa 169 m² y la mayor, 780 m². Pero la medida del confort no la brinda solamente la superficie. Por ejemplo, la suite Real ofrece -entre otros servicios- un Rolls-Royce para que utilicen los huéspedes. A su vez, emplea personal proveniente de más de 80 países, el cual debe cumplir un riguroso proceso de selección. La principal razón de esta diversidad es atender a los huéspedes en su idioma natal, cotejando las diferencias culturales.
En materia gastronómica también apuesta a la ostentación. El restaurante Al Mahara está emplazado bajo el mar, ofreciendo una vista subacuática a través de un vitral en forma de acuario.
Elabora una gran variedad de platos dulces y en muchas recetas se utilizan láminas de oro comestibles. Toda la comida es importada: los champiñones son de Francia; el salmón, de Escocia; y las fresas, de Japón.
Por su parte, el restaurante Al Muntaha, a 200 m. de altura, permite una vista panorámica de la ciudad de Dubái.
La decoración interior del edificio estuvo a cargo de la diseñadora china Khuan Chew. La apuesta en el atrio fue la exacerbación del diseño: colores brillantes en el techo, fuentes de aguas danzantes, espectáculo de luces multicolores y acuarios gigantes. Para este espacio se apeló a materiales como mármol de Macael, terciopelo y hojas de oro. Mientras que en el punto más alto del hotel se encuentra un helipuerto, el cual es utilizado como cancha de tenis cuando no está operativo.
Tom Wright, el arquitecto de esta obra, explicó que el cliente quiso que e edificio se transforme en una declaración icónica o simbólica del país. Tal como el teatro de la Opera en Sydney, o la torre Eiffel en París, el Burj Al Arab no es solo un hotel, sino un símbolo de Dubai.
CUESTION DE DISTANCIA.
Bien al norte, el Yuribey -un hotel inaugurado en el Círculo Polar (Rusia)- se presenta como un buen alojamiento para los amantes del turismo bajo cero. Se trata de una propuesta de comodidad y glamour, pero para la cual es necesario contar con mucho abrigo. Específicamente, se encuentra en Salejard, la única ciudad fundada en la línea geográfica del Ártico.
En cuanto a la oferta en sabores, la propuesta tiene un anclaje local. Los platos en su carta son los característicos de las zonas gélidas: el venado en salsa agria de arándanos rojos, stroganina (pescado congelado vivo) y salmón ahumado en frío, entre otras opciones.
Salejard, cuyo significado es "fin del mundo", también ofrece a quienes visitan estas latitudes el espectáculo de la aurora boreal y la belleza de la nieve más blanca del mundo. Mientras que el hotel propone alternativas de entretenimiento en sintonía con la geografía del lugar.
Los huéspedes pueden pescar, esquiar o pasear de la misma manera que lo hacen los lugareños: en un trineo tirado por venados. Además, en ciertas temporadas está permitida la caza de osos, alces, lobos polares, liebres, zorros, gansos y patos polares.
CUESTION DE AÑOS.
Hoshi Ryokan es el hotel más antiguo del mundo. Así lo certifica el libro Guinness de los Records, que le otorgó esta distinción al afamado establecimiento hotelero japonés por contar con casi 1.300 años.
Ubicado en Awazu Onsen, su gastronomía ocupa un lugar destacado. No obstante, la apuesta más fuerte está en su spa, fundado en el año 718, junto a termas que entonces se consideraban milagrosas.
En la actualidad, luego de disfrutar de las propiedades de estas aguas los visitantes pueden deleitarse con la ceremonia del té.
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