Imaginemos una exclusiva cena de frutos del mar y vino blanco de Portugal en un patio colonial. O la celebración de una boda en el interior de una capilla barroca del siglo XVIII: techo abovedado y altar al final de la diminuta nave rectangular. O dormir en una cama bien ancha, ubicada en el centro de un cuarto que alguna vez perteneció a un alma que hoy cumpliría 300 años: pisos de madera, paredes de amplio espesor, techos altísimos, ventanas al jardín y silencio monástico en las galerías.
Éstas son solo algunas de las experiencias que brindan los hoteles que hoy funcionan en antiguos conventos.
Pensados para albergar religiosos que vivian en comunidad, estos contaban con capilla o iglesia, celdas para los religiosos, comedor, sala de reuniones, cocina y almacenes; todo rodeando un patio cerrado, también conocido como claustro. Juntos conforman una organización arquitectónica factible de readaptarse para brindar servicio de hospitalidad.
Estos edificios se desarrollaron especialmente a partir del siglo XIII, con la consolidación de las ciudades y las universidades. Constituían un espacio generalmente continuo a las iglesias, que cumplían una función social específica: ser un lugar de formación y descanso para las ódenes de franciscanos, dominicos, carmelitas y agustinos. En el caso de América, fueron claves en el proceso de cristianización.
Sin embargo, el paso de los siglos trajo consigo cambios en la concepción del espacio público y privado, a la vez que redefinió la función social de las instituciones (en este caso, la Iglesia).
Aquellas edificaciones que ayer denotaban sacrificio y encierro, hoy son un símbolo del placer y la relajación. Luego de un proceso de puesta en valor y restauración, los inmuebles se convierten en establecimientos de lujo.
Esta tendencia está presente tanto en Europa como en América Latina, regiones con una arraigada fe cristiana. Así, quienes se animen a esta opción de hospedaje pueden elegir entre un monasterio de Cusco, un antiguo convento sobre la costa amalfitana o una abadía en la campiña francesa.
¿Cuáles son las desventajas de estos establecimiento? Los antiguos claustros, que hoy se utilizan como habitaciones, eran pequeños. De modo tal que van en contra de una tendencia en diseño que implica cuartos cada vez más amplios.
Asimismo, el manteniento y la conservación de estos edificios históricos demandan una mayor inversión a sus gerenciadores y propietarios.
¿Qué beneficios traen? Son una propuesta única que no tiene competencia directa con otros establecimientos; ofrecen al huésped dormir entre paredes repletas de historia y disfrutar de piezas artísticas de gran valor.
En segundo término, están emplazados en calles neurálgicas de los centros históricos. Finalmente, sus espacios comunes son ideales para la realización de grandes eventos sociales y empresariales.
Cambio de hábito
Del recogimiento al lujo y el hedonismo. Tal es el cambio de hábito que experimentaron los conventos desde la última mitad del siglo XX. Se trata de edificaciones centenarias que nacieron para dar asilo a religiosos y que devinieron en establecimientos 5 estrellas. En ellos el arte y la historia constituyen un valor agregado que se suman a los servicios de hospitalidad.
TRADICION EUROPEA.
Los casos de hoteles que funcionan en antiguos conventos se caracterizan por una pacífica coexistencia entre el patrimonio antiguo y los nuevos servicios de la hospitalidad. Países como España, Portugal, Italia, Holanda y Francia presentan varios ejemplos en este segmento de lujo.
En el centro histórico de Monção, al norte de Portugal, se encuentra el hotel Convento dos Capuchos. Allí se reutilizaron los espacios conventuales, como la Sala del Capítulo, la puerta de la Sopa de los Pobres, la bodega, la capilla privativa y la habitación de la Torre, para conformar una opción de hospedaje para familias y grupos de empresas.
El edificio conserva características propias del siglo XVI -sobre todo su claustro- y se abastece de agua que fluye debajo de la muralla de la Vila, contruida en 1656.
Desde 1905 el edificio desempeña funciones públicas y privadas. Pasó de ser escuela, tribunal y casa de nobles a operar como hotel, luego de trabajos de recuperación y valorización del inmueble.
Asimismo, en Ámsterdam se encuentra el hotel The Convent, un 4 estrellas que en el pasado albergó dos monasterios -en los siglos XIII y XIV, respectivamente- y una imprenta. En la actualidad dispone de 148 habitaciones, incluidas 11 suites Junior, cada una con su propio estilo.
En el caso de Francia, cuenta con el Abbaye d'Alspach, en la región de Alsacia. Allí antiguamente funcionaba un convento de formación de religiosas de la órden de Santa Clara y hoy es un hotel que se caracteriza por mantener la elegancia de la arquitectura del pasado.
BELLEZA NATURAL.
Por su parte, la cadena NH Hoteles recuperó un monasterio del siglo XII y lo convirtió en el Grand Hotel Convento di Amalfi. Una de cuyas principales riquezas es estar inserto en los acantilados de la costa amalfitana.
Entre grutas, limoneros y buganvillas, con un paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la cadena abrió un establecimiento 5 estrellas con 53 habitaciones y suites.
Emplazadas a 75 km. de Nápoles, la añeja basílica y abadía también albergaron la Universidad de Amalfi y el Instituto Náutico amalfitano hasta que en 1882 comenzaron a utilizarse como albergue hotelero.
La restauración, a cargo del arquitecto Claudio Tenerelli, permitió rescatar este inmueble originario de 1200. Los trabajos se centraron en rescatar el claustro original y su columnata, y redescubrir la capilla ornamentada con esculturas de madera, así como un órgano que data de 1700. Además, se recuperaron los frescos en los techos y paredes del quinto piso.
El acceso directo a la playa semiprivada, una cala con reposeras y sombrillas, y el servicio de coctelería y bar, son algunos de los detalles distintivos que NH le incorporó al establecimiento.
UNA SANA CONVIVENCIA.
Inmerso en la belleza natural de la sierra de Guadarrama, al norte de Madrid, se encuentra el Sheraton Santa María de El Paular. Los orígenes de este monasterio se remontan a 1390, cuando Enrique II de Trastámara -que durante sus campañas militares había quemado otro convento cartujo en Francia- encargó la fundación de El Paular para paliar sus culpas.
Con una primitiva ermita se inició la construcción de un conjunto arquitectónico que a lo largo de los siglos evolucionó hasta convertirse en un monumento ecléctico que mezcla estilos gótico, barroco, renacentista y flamenco.
Hoy en una de sus alas continúa funcionando como convento de monjes benedictinos y, contiguamente, opera el Sheraton Santa María de El Paular.
Los monjes que viven allí desde 1954 realizan visitas guiadas todos los días. Además de relatar la histora del monasterio, abren las puertas de las dependencias: iglesia, retablo mayor, capillas y claustros.
Cabe mencionar que Sheraton promociona este establecimiento para celebrar casamientos. La cercanía con la iglesia, los jardines, las estancias y la exquisita propuesta gastronómica lo convierten en el lugar ideal para este tipo de eventos.
ELEGANCIA COLONIAL.
En los Andes, a más de 3.000 msnm, se encuentra la histórica ciudad de Cusco. Y en la colorida plaza central se encuentra el hotel Monasterio, un verdadero monumento nacional que data de 1592.
Se trata de una de las adquisiciones de Orient-Express, que conserva la arquitectura original en sus patios de clausura y en la capilla barroca.
Este hotel museo fue construido sobre el antiguo palacio del inca Amaru Qhala y combina la solemnidad de un monasterio colonial con el lujo y la elegancia de un moderno 5 estrellas.
El diseño de sus espacios comunes le permite ofrecer cócteles y banquetes de gala; mientras que sus 100 habitaciones se distribuyen alrededor de dos amplios patios coloniales.
Asimismo, la principal propuesta son las bodas. En su capilla de San Antonio, una estructura de 500 años de fiel estilo colonial, se pueden realizar las ceremonias; mientras que los salones ancestrales y los espacios al aire libre se decoran para el momento de los festejos.
RIQUEZAS HISTORICAS.
En la Rua do Carmo, en Salvador de Bahía, se encuentra el Pestana Convento do Carmo, un hotel de 79 habitaciones que alberga muebles coloniales y obras de arte.
Luego de una cuidadosa y detallada restauración, se convirtió en el primer hotel histórico de lujo de Brasil y en miembro de The Leading Small Hotels of the World.
Eregido en 1856 por la primera Orden de los Carmelitas Descalzas, fue escenario de hechos históricos: sus muros sirvieron de cuartel para las tropas portuguesas de la colonia y en 1625 los holandeses firmaron allí su rendición.
Esta colosal edificación incluye una iglesia, una sacristía con techos laminados en oro, dos capillas y un museo con más de 1.500 obras de arte.
Este patrimonio le permitió a la cadena Pestana desde 2005 desarrollar una de sus alternativas de hospedaje más refinadas: los "hoteles históricos".
En tanto, el Sofitel Santa Clara se convirtió en un punto de referencia en el corazón de Cartagena de Indias. Fue construido originalmente como convento en 1621 y sus murallas, que en tiempos remotos sirvieron de escudo, armonizan con los balcones coloniales y las edificaciones republicanas de la ciudadela. De hecho, en reconocimiento a la riqueza cultural y arquitectónica del lugar, la Unesco lo declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad en 1984.
Finalmente, el hotel Camino Real Oaxaca es una joya del siglo XVII con un servicio de alta gama, moderno confort y vista al mar Caribe. Desde 1576 funcionó como convento de Santa Catalina de Siena y sus pasillos fueron recorridos durante casi 300 años por los delicados pies de las religiosas.
Durante las Leyes de la Reforma, el gobierno expropió el inmueble y pasó a ser consecutivamente oficina de gobierno, cárcel, escuela y sala de cine, hasta que en 1972 comenzó su restauración.
Esta tarea implicó mejorar los frescos que adornaban los antiguos muros, reordenar los pisos según el diseño original y reparar los tesoros artísticos. Así, hoy en el hotel no hay dos cuartos exactamente iguales.
Uno de sus más emblemáticos patios, Los Lavaderos, cuenta con 12 piletas de piedra dispuestas en forma octágonal, alimentadas por una fuente. Esta instalación está considerada como uno de los sistemas hidráulicos más ingeniosos de la época colonial, que hoy constituye uno de los escenarios más pintorescos del lugar.
Temas relacionados