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El jardín de senderos que se bifurcan

Presidentes, personajes afamados mundialmente y familias acaudaladas de nuestro país y Europa fueron huéspedes de este establecimiento, que tuvo su esplendor entre 1920 y 1940, hasta que cayó el nazismo: sus dueños eran amigos de Hitler.

Nostalgia y algún que otro rencor son los sentimientos que se suscitan en torno al Eden Hotel. Así, en ese orden y sin acento.
"El hotel Edén", como se lo conoce popularmente, fue un establecimiento que vivió su época de esplendor entre las décadas del ´20 y el ´40. Sus 100 habitaciones alojaron príncipes, millonarios, poetas, presidentes, actores y actrices, directores de cine y jerarcas argentinos. Y uno de los visitantes ilustres fue Albert Einstein.
¿Por qué rencores? Porque sus dueños de entonces, Ida y Walter Eichhorn, eran amigos de Adolf Hitler. Y se sabe que parte del dinero de las arcas del hotel colaboró con la campaña de ascenso a la Cancillería del Führer, en 1934.

EL NACIMIENTO DE UN GIGANTE.
En 1891 un viajero -un coronel alemán llamado Robert Bahlke- recorrió La Falda a lomo de caballo y quedó fascinado con el lugar y soñó con construir un hotel.
Así, decidió comprar tierras para erigir un gran hotel: al año siguiente, con el respaldo económico del grupo Tornquinst, adquirió 1250 ha. y los cerros aledaños.
La obra del gran hotel Edén comenzó en 1895, quedando inaugurado cuatro años después.
Bahlke contó con una gran ventaja: en 1892 había llegado el primer tren a La Falda, el cual la unía con Córdoba. Y fue en ese convoy en el que se transportaron los materiales para levantar los muros que, aunque ya descascarados, permanecen en pie hasta hoy.
De esa manera, también La Falda comenzó a crecer y, una vez inaugurado el Edén, a trascender mundialmente.
Cuando Bahlke decidió volver a su país, el hotel pasó a manos del grupo Tornquinst, más adelante a las de María Krantner, hasta que llegó -en 1912- a las de Walter y Bruno Eichhorn, quienes perfeccionaron las instalaciones y agregaron nuevos servicios. El primero estaba casado con la "hermosa y temible" Ida -tal como la recordaban quienes trabajaron para ella-, quien poco a poco fue asumiendo el liderazgo del Edén.

AUTOABASTECIMIENTO.
De estilo ecléctico -ostenta torres francesas y ornamentación alemana-, supo disponer de 100 habitaciones, 38 baños, un enorme salón comedor (10 mozos atendían a un promedio de 800 comensales), un gran salón de fies tas, salón-bar, sala de lectura, jardín de invierno, dos amplias terrazas, galería cubierta, comedor auxiliar para niños y niñeras, y un anfiteatro.
Cuentan que, excepto los vinos y licores (que provenían del Rin), todo se hacía en el hotel: contaba con una huerta, criadero de animales, tambo, y fábrica de embutidos, conservas y hielo. El agua llegaba desde las vertientes.
Además, tenía un banco y taller mecánico propio, cabina para correos y telégrafo, usina eléctrica y una orquesta estable.
Por otra parte, contaba con una cancha de golf de 18 hoyos (se realizaban torneos internacionales), canchas de tenis de polvo de ladrillo iluminadas, de croquet, pileta de natación y un teatro al aire libre, por el que pasaron Berta Singerman y Hugo del Carril, entre otras personalidades.
La electricidad se obtenía de un generador importado por los alemanes. Y su amplio jardín fue parquizado con 50 especies proveídas de Europa: flores de Transilvania y pinos alemanes cuyos bulbos eran traídos por la propia Ida en sus valijas.

LOS HUESPEDES.
En el Eden Hotel la estadía mínima era de dos meses, y la máxima, de dos años. La noche costaba ocho monedas de oro, valor que no incluía el desayuno ni las comidas.
Las familias provenían de Buenos Aires o Europa, junto con sus choferes, niñeras y criados. Los niños se alojaban en un anexo, ya que en el casco principal su acceso no estaba permitido. Allí las damas solamente podían ingresar a cenar acompañadas de señores con esmoquin, vestidas con trajes largos y guantes hasta los codos.
Asimismo, los empleados varones pernoctaban en una construcción similar en el ala derecha, y tenían prohibido ir a la izquierda.
Entre los huéspedes albergados por el Edén sobresalen el poeta Rubén Darío; Albert Einstein; los presidentes argentinos Julio Argentino Roca y José Figueroa Alcorta; distinguidas familias argentinas como los Anchorena, Aleman, Bunge, Blaquier, Ortiz, Basualdo, Belgrano, Cornejo, Casaux, Demaría, Deheza, Ezcurra Elizalde, Escalante, Lavalle, Montes de Oca; e integrantes de la nobleza europea.

LA AMISTAD CON EL FÜHRER.
"Querido señor Eichhorn: gracias por sus felicitaciones a causa de mi elección como canciller. En este momento histórico aprovecho para agradecerles su actuación en todos estos años en el movimiento. Los viejos amigos son los responsables como yo de esta victoria. Con saludo alemán, Adolf Hitler". Así dice una de las cartas de su puño y letra, escrita el 13 de febrero de 1933.
La correspondencia entre Hitler y los Eichhorn fue revelada por un documental de la televisión alemana. Se dice que forma parte del archivo de la familia Ceschi, en La Falda. También las fotografías, entre ellas el retrato autografiado por el Führer, quien se lo envió de regalo al matrimonio al cumplir sus bodas de plata.
También se sabe que en mayo de 1935 los Eichhorn fueron invitados especiales de la Cancillería del Reich, en Berlín, donde Hitler los condecoró y les entregó un diploma de su puño y letra que decía: "Querido camarada Eichhorn, desde su ingreso en 1924 usted, junto con su esposa, han apoyado al movimiento nacional-socialista con enorme espíritu de sacrificio y acertada acción, y a mí personalmente, ya que su ayuda económica me permitió -en el verdadero significado de la palabra- seguir guiando a la organización".

EL OCASO.
En los años previos a la Segunda Guerra Mundial funcionó en el Edén un Ateneo Alemán. En 1939, apenas iniciada la guerra, la tripulación del acorazado Graf Spee, hundido en el Río de la Plata, fue confinada al Edén Hotel.
Al final de la guerra el hotel cerró sus puertas y el gobierno argentino lo incautó para utilizarlo con el fin de confinar a diplomáticos japoneses y sus familias durante dos años.
Por ese entonces se derribó un águila emblemática que adornaba el frontis de la fachada principal.
En 1948 el gobierno devolvió el hotel a sus dueños, quienes lo vendieron a una firma franco-argentina. Por no pagar una deuda, el hotel se remató en 1953, adjudicándoselo la firma CIFA.
Y en los ´60 comenzó el ocaso del que no se repondría jamás. Fue cerrado, desmantelado, y con el correr del tiempo víctima de saqueos que lo dejaron en el estado calamitoso en el que hoy se encuentra.
Aún así, el 8 de agosto de 1988 fue declarado Monumento Histórico Municipal por el Concejo Deliberante de la Municipalidad de La Falda. También fue reconocido como Monumento Histórico Provincial y se realizan gestiones para otorgarle tal carácter a nivel nacional. Actualmente se realizan visitas guiadas.

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