El 16 de mayo de 2017 tuvo lugar el primer vuelo comercial del Boeing B-737 Max, una versión lanzada con bombos y platillos pues estaba llamada a revolucionar el mercado de corta y media distancia gracias a su eficiencia operativa. “Emitirá 286 mil toneladas menos de CO2 y ahorrará casi 900 millones de toneladas de combustible al año”, aseguraba Boeing Commercial Airplanes por entonces. De hecho, se convirtió –con 4.754 órdenes de compra firmadas– en el avión que se vendió más rápido en su historia. De, vale puntualizarlo, la aeronave más vendida del planeta.
Pero dos accidentes fatales con dos meses de diferencia echaron a perder todos los pronósticos. Ambos en circunstancia similares, a poco del despegue y por una falla en el software del sistema de control de vuelo.
Como es sabido, tras las investigaciones del caso en marzo pasado la FAA, el organismo que regula la aviación civil estadounidense, ordenó la suspensión temporal de las operaciones de los Max, hecho que se replicó en el resto del mundo. Como resultado, desde entonces hay 371 aeronaves inmovilizadas.
En principio se pensó que los problemas estarían solucionados para septiembre, pero pruebas en simulador arrojaron nuevos interrogantes y la fecha se postergó. Mientras tanto en las filas del fabricante crece el nerviosismo: en el segundo semestre del año perdió US$ 2.900 millones netos (el peor resultado de su historia). Debe, claro está, compensar a los clientes que no pueden utilizar el avión y a aquellos que no están recibiendo las unidades prometidas. Además, afronta una razonable falta de credibilidad.
En junio pasado, en el marco del Paris Air Show, el propio CEO de Boeing, Dennis Muilenburg, reconoció ante la prensa los errores cometidos y sostuvo que la comunicación de la empresa con reguladores, clientes y público “no fue consecuente y esto es inaceptable”.
Mientras tanto, en el mismo evento, su archirrival, Airbus, arrasó colocando más de 250 órdenes de compra por distintos modelos, destacándose el interés suscitado por un claro competidor del Max, el A321 XLR (Extra Long Range), que se convertirá en el avión de un solo pasillo de mayor alcance en el mundo (4.700 millas náuticas) a un menor consumo de combustible (un 30% menos que su anterior generación).
Boeing se mantiene a flote gracias al sólido desempeño del B-787, avión de larga distancia y doble pasillo muy requerido. No obstante, tuvo que volver a retrasar el primer vuelo del B-777 X (sucesor del popular “triple siete”) a raíz de problemas en los motores que produce General Electric.
No son buenos tiempos para Boeing. Parafraseando a Muilenburg, es inaceptable que un software mal programado arranque tantas vidas humanas. Inaceptable.