A sólo metros de avenida Del Libertador, en un pintoresco y apacible bulevar de Núñez -Comodoro Rivadavia 1969-, Bandol abrió sus puertas en agosto de 2010.
Allí, en ese encantador rincón del barrio, alejado de los tradicionales polos gastronómicos, dispone de un confortable salón, en el que predominan los colores pastel y donde pueden acomodarse 46 comensales.
El mobiliario es de madera blanca y las paredes están adornadas con pequeños cuadros, pizarrones y estantes con libros, que pueden ser tomados por los clientes.
Para la hora de la cena, pequeñas velas iluminan las mesas, además de bonitas lámparas colgantes de mimbre. Como detalle, cabe mencionar que en todo momento suena de fondo una impecable selección de jazz y canciones francesas.
Para las noches de verano también hay una propuesta más informal: el deck al aire libre sobre el bulevar, con capacidad para 24 personas, ideal para una cena relajada. En este espacio las mesas son de color madera y los árboles de la vereda están decorados con pequeñas lucecitas que crean una serena y placentera atmósfera.
En Bandol, que brinda servicio gratuito de wi-fi, se ofrecen desayunos, almuerzos, meriendas y cenas. Abre todos los días de 8 al cierre, excepto los domingos, que cierra por la noche. Para estacionar no hay problemas, ya que todo el bulevar está disponible.
ATENDIDO POR SUS DUEÑOS.
El público que acude -jóvenes, parejas, familias, grupos de amigos- es recibido cordialmente por los propietarios del establecimiento, Francisco y Javier Otaola (padre e hijo), quienes incursionaron en el mundo de la gastronomía compartiendo las recetas de sus abuelas, inspiradoras y almas máter del proyecto.
Francisco, arquitecto retirado, comentó que no tienen "ninguna pretensión vanguardista en cuanto a la gastronomía. Simplemente la consideramos un arte". Además, puntualizó que el local se llama Bandol por el nombre del pueblito de la Costa Azul donde iba a veranear el escritor Aldous Huxley. "Nos gusta mucho la literatura", explicó, lo que fundamenta las obras disponibles para los comensales.
En cuanto a la carta, comentó que la cambian dos o tres veces por año, de acuerdo a las disponibilidades de cada temporada: "Trabajamos con productos frescos y cultivados en una huerta propia. Lo que cambia siempre es la sugerencia semanal; y si ésta tiene una buena respuesta se incluye en el menú".
LA PROPUESTA.
Para los desayunos y meriendas hay disponible una deliciosa pastelería artesanal de producción propia, con jugos y licuados naturales; cookies danesas de chocolate, pasas de uva y almendras; alfajores caseros y coquitos con dulce de leche; strudel de manzana; brownies con merengue italiano; y muffins de chocolate, vainilla y frutos rojos.
Asimismo, de lunes a viernes se ofrecen menúes ejecutivos con variadas opciones y sugerencias del día.
Por las noches, la velada comienza con una copa de champán de cortesía y continúa con la difícil selección de una tentadora carta que ofrece diversas opciones, con cuidadas presentaciones y combinación de texturas. Como entrada se destacan la "Burrata con prosciutto y rúcula" (mozzarella hilada a mano con centro cremoso acompañada de jamón crudo y rúcula) y el "Mousse de palta" (con camarones, palmitos y salsa golf).
Entre los platos principales sobresalen la "Bondiola braseada" (en cocción lenta acompañada de compota de cebollas moradas y miel, y batatas crocantes) y el "Lomo Bandol" (lomo relleno con tomates secos, rúcula, champiñones y panceta, acompañado con tagliatelles capresse).
A la hora de los postres, algunas sabrosas elecciones pueden ser el "Napoleón de chocolate" (crocante de masa filo con ganache de chocolate y frutos rojos sobre espejo de maracuyá) y el "Strudel con helado de canela" (manzana acaramelada envuelta en rol de masa filo con helado de canela).
La propuesta se completa con una selección de vinos a precios razonables, con opción de vinos por copa y descorche.
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