¿Qué es lo que hace auténtica a una marca o un establecimiento? Su servicio diferencial y mostrar una faceta distinta del destino donde se emplaza. Algo que, además, debería complementarse con dos objetivos: crear una historia alrededor de la marca para compartirla y entablar una conexión emocional con los huéspedes.
Para ello no es necesario pensar en grandes inversiones en infraestructura sino en estrategias claras. ¿Qué aspectos se pueden destacar? Culturales, naturales, deportivos y gastronómicos son solo algunos ejemplos.
Reconocer las particularidades que hacen a una posada un lugar único no es un proceso sencillo pero sí absolutamente necesario para poder transmitirlo a los huéspedes.
En el caso de Posada Isla Escondida, su propuesta de hospedaje, entretenimiento y relax está vinculada con el entorno natural y la escasa contaminación acústica. Está ubicada a 40 minutos de navegación desde la Estación Fluvial de Tigre, en la primera sección del Delta, un destino turístico que está en pleno auge.
Si bien la salida desde el puerto es tumultuosa y en los primeros tramos el río alberga embarcaciones de todos los tamaños, poco a poco comienza a percibirse la calma y el viaje se torna placentero. Un detalle interesante es que cuanto más nos adentramos en el Delta, más se aprecia la influencia de la Belle Époque en esta zona. Las antiguas casonas y los muelles muestran sobrados vestigios de una época en que el lujo era importado de la vieja Europa hacia la nueva América.
LITERALMENTE ESCONDIDA.
Cuando el chofer me indicó que había llegado a destino me sorprendió no encontrar ningún indicio de una posada. Frente a mis ojos estaba el muelle, un camino enmarcado por abundante vegetación y un joven de rasgos y acento nórdico que se apresuró a decir mi nombre. Solo en ese momento supe que estaba bien direccionada hacia mi destino.
Gentilmente, Alex se ofreció a llevar nuestro equipaje y me adelantó que la travesía a pie llevaría unos 15 minutos. Transcurrió amenamente y entretenida, mientras nos poníamos en contacto con la vegetación del lugar. Finalmente llegamos a la posada y comprobamos por qué lleva ese nombre: está literalmente escondida y reparada del bullicio. Está ubicada frente al arroyo Esperita y es una antigua casona inglesa, construida a principios de 1900, donde impera el silencio. Más aún, la atmósfera de tranquilidad se fomenta con la ausencia de niños y el bajo número de huéspedes (no más de 25).
El calor de febrero quedó atrás apenas di mi primer paso en esta propiedad, que aún conserva su estructura original: pisos y techos de pinotea, con paredes de adobe y ladrillos. Ya en la recepción Florencia agilizó el check-in y nos invitó a disfrutar del programa dominical.
ESTADIA ANTIESTRES.
El lugar propone una estadía antiestrés y, por tal motivo, las mañanas de domingo comienzan con una clase de yoga al aire libre. Todos son invitados y a todos se les enseña a respirar pausadamente y relajar el cuerpo. Aunque parezca solo una primera aproximación a esta disciplina, ayuda a descontracturarnos y predisponernos para disfrutar del lugar.
Una vez terminada la clase, el parque nos invitó a la distensión. En sus 4 ha. se ubican el solario de arena, la piscina exterior, las camas paraguayas y los camastros. Una infraestructura ideal para un día de sol, amenizado por los intercalados baños en la piscina.
Unos minutos más tarde, el movimiento del staff indicaba que el horario del almuerzo estaba próximo. Donde divisaban un espacio de sombra o debajo de los árboles dispusieron las mesas para los comensales. Cordialmente nos invitaron a disfrutar del buffet froid, mientras el asado iba saliendo de la parrilla.
Una vez terminado el almuerzo, Norberto -encargado de la gastronomía del lugar- se acercó a nuestra mesa a servirnos el postre y consultar nuestra opinión del lugar. Además, nos explicó que el restaurante abre sus puertas cada día con diferentes menúes de comidas caseras tradicionales, como pastas, pollo al disco y distintos cortes de carne a las brasas.
RIO ARRIBA.
Una vez que terminamos el reposo posterior al almuerzo, Posada Isla Escondida nos seguía ofreciendo actividades, pero ahora de cara al río. La primera opción era un safari fotográfico, recorriendo los lugares históricos del Delta; la segunda, salir a navegar en una excursión de pesca; y la última -la elegida- fue practicar remo río arriba. La ausencia de tráfico en ese tramo del río nos permitió encarar la travesía con total tranquilidad. Con una dosis de coordinación, energía y ganas de disfrutar del paisaje, la excursión resultó un éxito.
A la vuelta nos esperaba nuestra suite para un baño reparador. Un paso previo antes de pasar a disfrutar al spa. Los masajes descontracturantes, con piedras calientes y aromaterapia fueron el complemento perfecto para esta experiencia plena de entretenimiento en torno al río.
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