Es importante tomar al uniforme como tal. Es decir, como la indumentaria que viste y unifica a quienes desarrollan una tarea específica dentro de una empresa.
La idea es brindar un panorama visual para que el cliente los busque e identifique, tanto para solicitar su ayuda como para reconocer su rango o tarea.
Por tal motivo, debe ser fácil de distinguir; tiene que haber una notoria diferencia entre el personal y los civiles en general. Sería un error que la vestimenta de los empleados se mimetice con la de los clientes.
Así, al elegir un diseño se deben tener en cuenta los siguientes factores:
» Imagen: saber que el uniforme es nuestra imagen en movimiento por los salones, pasillos, habitaciones, entre otros. Es el único elemento de nuestra empresa que estará circulando por todos los ambientes.
» Modelo: el elegido debe ser acorde a la imagen que queremos mostrar. Puede ser temático, profesional, austero, sofisticado, o lo que se considere más adecuado.
» Practicidad: en este sentido, hay que recordar que con el uniforme se trabaja un mínimo de 8 horas y 5 días por semana. Y que en la mayoría de los casos el empleado se encargará del lavado y planchado del mismo.
» Materia prima: la elección de telas o tejidos para confeccionarlo debe ser apta para el clima, tareas, seguridad y mantenimiento de la prenda.
» Diseño: debe ser acorde al personal con el que contaremos, No siempre se puede lograr tener como empleados a modelos de pasarela, estilizados, de 1,80 m. de altura. Por lo tanto, el diseño debe contemplar la variedad de talles y físicos. Estas prendas no deben ser muy ajustadas.
» Calidad en la confección y telas utilizadas: recordar que, a mejor género y confección, estaremos logrando mayor vida útil y buena presencia. La diferencia entre una prenda mal confeccionada y otra excelente es del 100%, y la diferencia en costos jamás supera el 30%. Entonces, un buen diseño acompañado de calidad logrará nuestra satisfacción desde el primer día. En cambio, con un producto de mala calidad no lograremos conformidad desde el inicio.
» Mantelería: es un mundo de posibilidades en el cual el comprador, teniendo en cuenta algunas reglas claves, no cometerá errores graves. A saber detalles constructivos de las telas, porcentaje de fibras en la composición, confección de acuerdo al uso y medidas apropiadas.
» Cortinados: con poco dinero y mucha creatividad se pueden lograr resultados sorprendentes. Para eso hay que tener en cuenta varios aspectos, como las telas, ambientes, colores, locaciones, diseño general del establecimiento, imagen deseada por el cliente para ese espacio. Pero lo más importante es no atarse a reglas decorativas o preconceptos. Hay que dejar volar la imaginación y transgredir las reglas.
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