Las nuevas políticas económicas generaron nuevos desafíos para el sector hotelero-gastronómico. Nuevos embates se suman a los que viene expresando el sector desde hace más de dos años y que aún siguen pendientes: caída de la rentabilidad y aumento de costos debido a los altos índices inflacionarios. Además, continúan los reclamos ante el sector público vinculados principalmente a la presión tributaria: la superposición de tasas e impuestos locales, provinciales y nacionales que pesan sobre un negocio; la necesidad de disminuir la alícuota del IVA para el sector, y el control de entidades que reclaman el pago de derechos de autor, entre otros.
A estos se suman nuevos desafíos: las negociaciones paritarias, que repercutirán directamente en la estructura de los costos; y la devaluación, dado que provocó un replanteo de las políticas de precios, tanto para el mercado internacional como el doméstico. De hecho, el último mes se denunció la dolarización de tarifas para el mercado interno por parte de algunos hoteles, lo que generó un conflicto con los agentes de viajes.
Como si fuera poco, las trabas a las importaciones afectan sobre todo a los establecimientos hoteleros de alta gama, y en ciertos nichos gastronómicos pone en jaque la subsistencia del negocio.
Así, una vez más la cintura y la gambeta de los empresarios argentinos se pone a prueba en el campo de juego.
Duro desafío para el sector
¿Qué deparará 2014 para los hoteleros y gastronómicos? Ése es el gran interrogante que se abre a partir de las nuevas políticas cambiarias. El escenario macroeconómico -signado principalmente por la inflación y la devaluación-, genera nuevos desafíos que se suman a los problemas que arrastra el sector, como la caída de la rentabilidad, el aumento de los costos y la imposibilidad de trasladarlo a las tarifas, la baja en la ocupación y la presión tributaria, entre otros.
ESCENARIO MACRO.
El 6 de febrero la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc) tuvo la iniciativa -la primera del sector turístico desde que se dieron a conocer las últimas medidas cambiarias- de congregar en su sede social a empresarios y dirigentes involucrados en la actividad, con el fin de reflexionar sobre el difuso panorama en el que están inmersos.
A tal efecto convocó al economista Tomás Bulat, quien se refirió a la "Estrategia de precios en un nuevo contexto económico", y presentó un estudio -elaborado en conjunto con Fausto Spotorno, licenciado en Economía- sobre la "Estrategia hotelera frente al nuevo escenario macroeconómico".
Hacía mucho tiempo que no se veía el salón de la entidad con "overbooking", tal como lo definió Leonardo Baguette, presidente de la Cámara de Hoteles, al comienzo de la charla. Sucede que los hoteleros están tan preocupados como desorientados ante estos vientos huracanados de cambio y negocios cada vez más volátiles.
Así, se reunieron para escuchar "algunos consejos para ver cómo pasamos este lío", tal como introdujo Bulat. Consejos que al final de la presentación hicieron que gran parte de los presentes se retiraran con el ceño fruncido y en desacuerdo con las propuestas, que hasta podrían tildarse de utópicas.
"Estamos en medio de un cambio, frente a un panorama totalmente distinto del que teníamos hasta ahora. Pero no sabemos hacia dónde vamos. Tenemos muchos interrogantes: ¿Estamos realmente frente a un nuevo tipo de cambio a $ 8? ¿Por cuánto tiempo seguirán altas las tasas de interés? La respuesta es una sola: ¿Quién lo sabe? Tendremos que ir viendo sobre la marcha", dijo el economista, y añadió: "Sin embargo, hay algunas cosas que sí están claras. Por un lado, que cuando suben las tasas de interés y la devaluación es abrupta, se produce una parálisis, seguramente acompañada de una recesión. Pero, ¿hasta dónde llegará esa recesión? Por otro lado, si no se hace nada desde el punto de vista fiscal, esto equivaldrá a una mayor inflación, y no sabemos qué porcentaje puede alcanzar. Este es el panorama con las medidas adoptadas al día de hoy, pero sabemos que habrá más. Definitivamente, no estamos entendiendo las reglas. La cotización a $ 8 no dura, eso es seguro. Y el cepo tampoco, porque mientras haya restricciones cambiarias no entrarán dólares. Seguramente habrá otra devaluación y caída de las reservas".
Acto seguido, Bulat presentó junto a Spotorno el trabajo "Estrategia hotelera frente al nuevo escenario macroeconómico".
Primero hicieron una introducción de la situación actual a nivel mundial respecto a la crisis internacional de 2008. En ese sentido, destacaron que las tarifas hoteleras mundiales se mantienen un 9% por debajo de los máximos de ese año y que comienza una leve recuperación en el mercado internacional.
Mientras que en Buenos Aires las tarifas no han podido seguir el incremento de los costos y la demanda se resiente por el alto costo del turismo para los turistas internacionales. "Hoy las tarifas de la Ciudad están prácticamente iguales a las de Nueva York, y eso le pone límites a la actividad. Además, la ocupación está por debajo de los niveles anteriores a la crisis", señaló Bulat.
Asimismo, indicó que "los salarios suben más rápido que las tarifas", y que "con la crisis no se pudieron acompañar los aumentos".
En cuanto a la estructura de costos, los especialistas indicaron que el mayor porcentaje (63%) corresponde a sueldos -directos e indirectos-, seguido por los inmobiliarios y de la construcción (13%).
Respecto a la rentabilidad, señalaron que "en la actualidad los índices son negativos, tomando como base a 2008".
Finalmente, sobre la estimación de la demanda hotelera, Bulat sentenció que depende de cuatro aspectos fundamentales:
1) La competitividad cambiaria.
2) La actividad económica argentina.
3) La actividad económica internacional.
4) Las tarifas relativas de los hoteles de Buenos Aires respecto a las del resto del mundo.
¿ESCENARIO OPTIMISTA?
A la hora de hablar de proyecciones, el economista planteó dos escenarios: "uno optimista y uno pesimista". Si es que el primero puede llegar a llamarse de esa manera. (N. de la R.: imperdible el gesto de Oscar Ghezzi, presidente de la Cámara Argentina de Turismo, cuando escuchó de qué se trataba.)
Según Bulat, siendo optimistas lo mejor que puede llegar a pasar es que la rentabilidad de 2014 sea igual o levemente menor a la de 2013. Además, prevé un tipo de cambio a $ 8,60 (blue a $ 13), una inflación del 35% y un aumento salarial que estará 3 puntos por debajo de la inflación.
En tanto, las tarifas hoteleras en dólares bajarán, pero subirán en pesos. "Todo sube en pesos. Aquel que decida bajar los precios en pesos tendrá menores ingresos que el que los mantenga. Hoy la rentabilidad se consigue más por precio que por cantidad de ocupación", señaló, y añadió: "Hay que cuidar el precio y ponerse las pilas en llenar el hotel con esa tarifa. Porque con precios bajos llena cualquiera. Hay que cambiar de táctica. Ya sé que el año pasado decíamos exactamente lo contrario, pero con el cambio macro de diciembre a hoy el escenario cambió. Y puede volver a cambiar en los próximos meses".
Asimismo, Bulat aseveró que, teniendo en cuenta las próximas negociaciones paritarias, el incremento de las tarifas no alcanzará a cubrir los costos del personal.
A esta altura los murmullos coparon la sala y sobresalió el comentario de una hotelera, quien dijo que aumentando las tarifas difícilmente se logre una buena ocupación, y que en ese caso "no tendría más alternativa que rifarlas, porque al salario del personal hay que pagarlo igual".
En cuanto al escenario pesimista, presentaron un 2014 peor que 2013, pero una mejora en la rentabilidad para 2015 y 2016. Se pronostica un dólar a $ 10 ($ 18 el paralelo) y una inflación del 45%. Y, al igual que en el escenario optimista, los precios bajan en dólares y suben en pesos.
"El impacto más fuerte se dará en el corto plazo", dijo Bulat. Uno de los empresarios presentes le preguntó si hay posibilidades de que baje la inflación, a lo que el economista le respondió con un monosílabo lapidario: "No". Y concluyó: "Hoy el modelo es: más inflación y más devaluación que salarios".
TARIFAS POS DEVALUACION.
Consultado por este medio, Roberto Brunello, presidente de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra), comentó: "Tenemos una gran preocupación. Si bien los números de ocupación no son malos, en la rentabilidad de nuestros establecimientos se nota una gran baja, lo que pone en alerta a los empresarios de todo el país. Tenemos que tener la suficiente capacidad e inteligencia para presentar los problemas con argumentos, y tratar de encontrar una solución a este tema puntual. E insisto con separar la ocupación de la rentabilidad, porque la estructura de costos no cierra".
Sobre el aumento de las tarifas dijo que tiene claro que "aumentarlas hará que baje la ocupación. Entonces, ése es el modelo que hay que discutir".
Por su parte, Carlos Montaldo, presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo (AHT), ya en enero había señalado que "la tendencia general es que las tarifas no se modifiquen. Es decir, hasta el 31 de marzo se mantienen tal como estaban fijadas antes de la devaluación, pero no hay un horizonte de tarifas en pesos más allá de ese plazo. Hoy el riesgo se toma para los próximos 60 o como máximo 90 días, que por otra parte es el plazo que en general se proyecta el turismo nacional. En el caso de los convenios con los operadores, si está convenido en pesos se respeta la tarifa, al menos hasta fines de marzo. Pero tampoco hay un horizonte que nos permita ver con claridad lo que va a pasar de abril en adelante".
Respecto a las tarifas internacionales, Montaldo comentó que "antes del 21 de enero la tendencia de la hotelería 4 y 5 estrellas fue no cambiar las tarifas respecto del año anterior, para no generar una inflación en dólares para el turismo receptivo. Después del 21 de enero hay un desconcierto en el escenario. Habrá que ver cómo se mueve el tipo de cambio en los próximos días. Si hubiese un alza por encima de los $ 8 hasta es probable que haya alguna modificación o baja de las tarifas en dólares. Pero la tendencia es mantenerlas iguales a como estaban hace un año.
La excepción es la Ciudad de Buenos Aires dónde se definen día a día, y por la enorme competencia que hay la tendencia fue hacia la baja. En definitiva, todavía nadie se atrevió a subir, ni a bajar. De todos modos, el reajuste que pueda llegar a haber va a tener en cuenta no sólo la cotización del dólar, sino también la inflación interna. Porque si el dólar se mantiene a $ 8 y tenemos una inflación del 21%, estamos casi igual que antes del 21 de enero. Por lo tanto una mejora en la tarifa puede licuarse absolutamente con un aumento de costos muy altos. Si bien hablamos de un tipo de dólar mejor del que teníamos antes, lo que estamos haciendo hoy es cubrir la realidad de la inflación que no llegábamos a hacer en años anteriores. En el caso de la hotelería tenemos una situación de atraso respecto de la inflación de casi cuatro años. Otra sería la situación si el turismo se manejase con el tipo de cambio libre. Yo creo que con un dólar a $ 12,5 se daría una mejora de la competitividad, pero no a $ 8".
En tanto, la empresaria Elena Boente sentenció que "este año será más duro que 2013", y que "las tarifas son casi intocables. Hoy las OTAS mueven alrededor del 60% del mercado de la Ciudad de Buenos Aires, y el otro 40% corresponde a paquetes turísticos. Casi mitad y mitad; antes no era así. Tenemos tarifas de venta al público que no nos permiten crecer".
Respecto al tipo de cambio, Boente criticó "la imagen del doble cambio que estamos mostrando, y que todos saben que existe", puesto que "le quita al destino la competitividad que necesita. Además, los turistas norteamericanos -que son casi 200 mil por año- no están acostumbrados a transformarse en delincuentes al cambiar su moneda en un mercado paralelo. Entonces también esta situación de no transparencia de una devaluación va en contra de nuestro crecimiento". Y añadió: "Más allá de la competitividad, está el tema de la conectividad y del encarecimiento de las tarifas aéreas. Además, hoy el mercado brasileño define el éxito o el fracaso turístico de Argentina, y hoy está muy complicado en su economía. Los que estaban viajando -la nueva clase C- hoy no lo hacen porque no tienen dinero. De hecho, hemos bajado tarifas para probar y no resulta. Por otro lado, hay un tema que hoy no se trató y tiene que ver con la oferta parahotelera: hay 40 mil unidades que salen al mercado y que también tienen presencia en las OTAS, compitiendo con la hotelería formal pero sin asumir los costos y sin la presión impositiva de la misma".
COTIZACIONES EN LA MIRA.
Más allá de las declaraciones precedentes, la primera reacción del mercado fue hacia la alza. Además, se generó un conflicto en la cadena comercial, dado que varios establecimientos comenzaron a dar cotizaciones en dólares para el mercado nacional y las agencias de viajes hicieron oír su reclamo.
"La primera reacción de algunos hoteleros fue dolarizar las tarifas para el mercado interno; una tendencia que se replicó en distintas regiones del país. El principal problema estaba en que varios establecimientos aplicaron la dolarización sobre deudas pendientes en cuenta corriente, algo que perjudicaba directamente al vendedor. Sin embargo, lentamente esta situación comenzó a revertirse. De hecho, el tema se planteó en el seno del encuentro de entidades que componen la CAT, que se realizó el 12 de febrero. Además, desde la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo (Aaavyt) buscamos el diálogo con las cámaras hoteleras para solucionar este problema", relató Fabricio Di Giambattista, presidente de la Aaavyt.
Según trascendió, al cierre de esta edición había alrededor de 70 hoteles de todo el país que seguían cotizando en dólares.
En cuanto a los tarifarios para lo que resta del año, Di Giambattista explicó que "las cotizaciones son a corto plazo porque los hoteleros aún tienen por delante las paritarias, que modificarán su estructura de costos".
A su vez, cabe remarcar que esta tendencia perjudica principalmente al segmento corporativo y de turismo estudiantil, los que demandan cotizaciones a mediano o largo plazo, e implican reservas de gran volumen.
GASTRONOMIA: RESISTIR O MORIR.
Los locales gastronómicos también están entre los más afectados por la coyuntura económica. Consultados por Hospitalidad & Negocios, responsables de distintos establecimientos comentaron cómo es salir todos los días a la cancha:
• "Estamos peleando lo mejor que podemos para llevar adelante el negocio. Abrimos las puertas el segundo semestre de 2013, de modo que estamos en una curva de aprendizaje. Nuestros proveedores nos anuncian incrementos de precios periodicamente, como por ejemplo, la suba de un 15% en la cerveza, y de los comestibles que utilizamos diariamente. Nuestro inconveniente por ser nuevos es que no podemos modificar los precios de la carta, ya que necesitamos mantenernos accesibles. De alguna forma intentamos sobrellevar la situación, absorbiendo gran parte de esos costos. Es una lucha día a día." (Alfredo Fernández, socio del restaurante La Reconquista 751.)
• "La situación económica afectó la rentabilidad, que cayó un 20%. Uno de los grandes problemas fue la inflación. En ese sentido, tratamos de ser inteligentes con el armado del menú y los productos que ofrecemos: intentamos no modificar los precios de la carta, excepto los de las bebidas importadas." (Carlos Villa, encargado del restaurante Angostura.)
• "Las ventas cayeron un 40% desde enero hasta hoy. Además, nos afecta la inflación. El incremento del precio de la carne, el pollo, el pescado y las verduras nos obliga a ‘jugar' con los precios de nuestra carta. Esta inestabilidad provocó que tengamos que modificar nuestro menú ejecutivo, quitando -por ejemplo- la carne. La rentabilidad disminuyó alrededor del 15%." (José Luis Fernández, encargado de Café de mi País.)
• "Las ventas del restaurante fueron bajando gradualmente. Debido al aumento de las materias primas modificamos los precios de la carta en enero y en febrero tuvimos que alterarlos nuevamente. En años anteriores cambiábamos los precios del menú una vez al año. En este contexto es imposible proyectar; trabajamos con el día a día, adaptándonos constantemente a lo que pide la gente, como descuentos con tarjetas o happy hours. Dado que la rentabilidad continúa bajando, hay que achicar los costos para que afecte el servicio en la menor medida posible. Además, en los últimos años tuvimos que ir reduciendo la plantilla de trabajadores." (Agustina Silvia Ortiz, gerenta de Alimentos y Bebidas-Banquetes y Convenciones de Midi, restaurante del hotel Lafayette.)
LAS PARITARIAS.
En un sector donde los Recursos Humanos conforman la principal variable en la estructura de costos, el porcentaje de aumento que se acuerde en las próximas paritarias incidirá fuertemente en los números.
Sin bien el Acuerdo Salarial 2013-2014 todavía no se terminó de incorporar, ya comenzaron las charlas informales entre los sindicatos y las cámaras empresarias.
Por el lado de la Fehgra, Brunello expresó: "Apelamos al buen criterio del gremio. Es cierto que en esta oportunidad el escenario es distinto, pero también tenemos que llegar a un acuerdo que nos sirva a todos. Espero que se aclare un poco la situación de aquí a mayo, que es hasta cuando está firmado el convenio".
Por su parte, el presidente de la AHT había adelantado que "teníamos previsto un techo del 25%, pero después de la devaluación el gremio hotelero y gastronómico está hablando de un 35%".
Sin embargo, el sindicato plantea un escenario más caliente: "Para este año estamos manejando un porcentaje de aumento del 36% como piso. Esto representa exactamente la pérdida del nivel adquisitivo que tuvieron los trabajadores. Ya estamos manteniendo conversaciones informales con la patronal. Además reclamamos el cobro de un bono extra para paliar la devaluación de los sueldos, que debería aplicarse desde marzo y que va desde los $1.200 hasta los $ 5 mil, según las escalas salariales. Esto se está conversando con las cámaras, e incluso con algunos empresarios directamente", indicó Dante Camaño, secretario general de la Seccional CABA de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra).
A lo que agregó: "El año pasado, solamente en el área metropolitana de Buenos Aires, se perdieron 4.600 puestos de trabajo. Además, tenemos un gran problema con el registro del personal. Hoy la mitad de los puestos de trabajo de la hotelería y la gastronomía están en negro. Sabemos que este sector no tiene ningún subsidio y afronta todos los gastos con lo que ingresa a la caja. Por eso pienso que la patronal se tiene que poner más firme ante el gobierno, como lo hacen otros sectores, sobre todo en lo que hace a la presión tributaria".
MOVIMIENTO INMOBILIARIO.
En este escenario, los alquileres y las compras de propiedades también están sintiendo el vaivén del sector hotelero y gastronómico. De hecho, la pérdida de la rentabilidad del sector hizo que varios establecimientos bajen las persianas, sin distinción de zonas o provincias.
Miguel Grehan, director de la División Locales de L.J. Ramos, explicó que "hay una gran cantidad de locales disponibles para alquilar. En épocas de crisis comienzan a verse las persianas bajas en las arterias secundarias de una ciudad o un destino turístico. Hoy se las ve en las grandes avenidas. Por ejemplo, sobre la 9 de Julio, una de las principales de Córdoba capital, ya está sucediendo. La caída de la demanda hace que los precios tiendan a la baja. Actualmente, quien firme un contrato de alquiler podrá hacerlo a un precio más bajo que un inquilino que está renegociando el contrato".
Por su parte, Noel Verger, director de la División Hoteles de L.J. Ramos, relató lo que está sucediendo con la venta de inmuebles para hotelería: "En estas últimas semanas se realizaron varias transacciones en el segmento de 3 y 4 estrellas de establecimientos que ya están operando. No hay proyectos de aperturas. En cuanto a los inversores, estuvimos trabajando con varios grupo chilenos y tenemos propuestas de capitales mexicanos. El sector turístico se está moviendo otra vez y esto hace que los hoteles vuelvan a tener mejores niveles de ocupación. A fines de 2013 tocamos fondo y ahora estamos empezando a salir".
IMPORTACIONES Y CIERRES.
Otro de los frentes a los que el sector se expone es el de la limitación a las importaciones. En algunos casos representa un inconveniente a la hora de armar un menú o equipar un establecimiento, aunque para otros condiciona el futuro del negocio.
Tal fue el caso de Chez Pauline -la casa de té emplazada en Arenales 1681-, que tras ocho años de actividad dejó de funcionar el 28 de febrero. El establecimiento supo ofrecer 64 variedades de té, de las cuales 62 eran importadas de Japón, China, India y Sudáfrica.
El local comenzó a sufrir el desabastecimiento a mediados de 2013, y al día del cierre sólo quedaban seis variedades en stock: "Teníamos muy pocos productos, así que obviamente nuestra rentabilidad había caído. Vendíamos un 70% menos que el año anterior", indicó la encargada del negocio, aclarando que el cierre no es temporario.
Respecto a la situación actual, Miguel Ponce, gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), recordó que "a partir del 6 de febrero hubo un punto de quiebre en la dinámica de las importaciones. Sin aviso, sin motivos y sin norma escrita. Comenzó a darse un endurecimiento en las aprobaciones de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI) por parte de la Secretaría de Comercio Interior". A lo que agregó: "En el último mes se sumó un nuevo jugador al proceso de aprobación: el Banco Central. A partir de entonces, las DJAI de hasta US$ 200 mil son gestionadas y aprobadas por el banco comercial con el que trabaja el operador. Si está entre los US$ 200 mil y los US$ 300 mil, el banco comercial hace la gestión pero necesita la autorización del Central. Y si la transacción es mayor a ese monto, el operador debe ir directamente a gestionarla con el Banco Central para que lo autorice. Esto hizo que el proceso se haga más complejo aún, lo que sumado al proceso de devaluación provocó que enero y febrero sean los dos meses en los que más cayó la importación en los dos últimos años. De hecho, en enero la baja de las importaciones fue del 4%".
A su vez, remarcó: "El 85% de las importaciones las llevan adelante alrededor de 70 grandes empresas, que son las que no enfrentan inconvenientes para aprobar sus declaraciones. Se trata de firmas que se dividen en cinco sectores: ensamblajes tecnológicos de Tierra del Fuego, petróleo y minería; laboratorios; terminales automotrices; y cadenas de supermercados. Mientras que el 15% restante de las compras al extranjero las realizan unas 7 mil empresas que se disputan a los codazos la aprobación de las DJAI. Se trata, en la mayoría de los casos, de pymes, que son la columna vertebral de las economías regionales y que sufren estas demoras. En este último grupo entran los importadores de insumos que demandan la hotelería y la gastronomía".
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