Una antigua frase hecha indica que somos lo que comemos. En este sentido, una manera de graficar el proceso de fusión cultural que experimentó la Ciudad de Buenos Aires a lo largo de sus 200 años de historia es realizar un recorrido diacrónico sobre los vaivenes de su gastronomía.
En los ocho capítulos de "Crónica de la Gastronomía Porteña/Tradición e Identidad: 1810-2010", de los antropólogos Marcelo Álvarez y Carina Perticone, se detallan las variaciones en las preferencias culinarias de los porteños, y la relación de las mismas con los entramados sociales, las tradiciones y los estados de ánimo propios de cada época.
Editada por la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc), esta obra desarrolla los orígenes y motivos de la pasión porteña por la carne, la mesa criolla típica de las primeras décadas de la patria, el menú porteño característico de la "década infame" (1930), la llegada de la modernidad a la cocina en 1950 y la influencia de la globalización en la cocina actual.
El recorrido histórico se encuentra oportunamente ilustrado por un gran abanico de fotografías, que nos muestran desde los platos típicos hasta los centros neurálgicos de la Ciudad.
La cocina porteña, ayer, hoy y siempre
En "Crónica de la Gastronomía Porteña/Tradición e Identidad: 1810-2010", Marcelo Álvarez y Carina Perticone narran la historia de la cocina de Buenos Aires, haciendo hincapié en los vaivenes cruciales de cada época. Se trata de una obra que trasciende los aspectos específicos de la culinaria para sumergirse en sus connotaciones sociales.
LA COCINA.
Desde un punto de vista antropológico la cocina es la combinación de un conjunto de ingredientes, principios de condimentación, técnicas de cocción, utensilios, reglas, usos, prácticas y valores sociales y representaciones simbólicas compartidas cotidianamente por los miembros de un grupo. Esto quiere decir que la función de un plato de comida va más allá de la satisfacción de la necesidad física; y se constituye como la expresión más acabada de las características de un momento particular, así como de la propia identidad, ya sea individual y/o colectiva.
Esta determinación explica por qué recientemente se empezó a tener en cuenta a la gastronomía en las políticas culturales, los programas de desarrollo económico, las actividades comerciales y el turismo.
En esta última veta se encuentran muchos ejemplos de cómo la gastronomía pasó de ser solo un factor de placer a convertirse en la principal atracción. En otras palabras, la gente ya no se encuentra con la gastronomía de un lugar, sino que viaja con el objetivo premeditado de degustar cierto plato característico, sobre el cual ya está informado sobre sus sabores, aromas, texturas e historias.
GLOBALIZACION VS. TRADICION.
En las últimas dos décadas tuvieron lugar dos procesos que a simple vista resultan contradictorios. Por un lado, el gran desarrollo en materia de comunicaciones y nuevas tecnologías (destacándose la aparición de Internet en los inicios de la década del 90) que dio lugar a una mayor apertura de las economías, la aparición y consolidación de nuevos mercados transnacionales y un proceso de homogenización cultural.
Por el otro, una tendencia a la reivindicación y revitalización de lo local, de las tradiciones y la autorreferencia cultural y simbólica.
Con respecto a la gastronomía, la combinación de estos procesos configura un escenario donde se conjugan lo global con lo local y lo tradicional con lo posmoderno. Buenos Aires no es ajena a este fenómeno. En ella convive un espectro que va desde aquellos reductos que apelan directamente a la cocina local y tradicional hasta los alimentos mundialmente estandarizados, típicos de las grandes cadenas de comidas rápidas del mundo.
NUEVOS SABORES.
Una consecuencia directa de la globalización en la gastronomía porteña fue la aceleración en la adopción de la cocina propia de otros puntos del planeta.
En los inicios de los 90 se consolidaron la cocina mediterránea y la nueva cocina italiana, que propiciaba el uso del hasta entonces mal visto aceite de oliva.
Por su parte, en 1992 y 1993 se produjo un aluvión de restaurantes mexicanos, sobre todo en la zona de Palermo. La clientela de estos locales incluye turistas con conocimiento previo de esta cocina, porteños en búsqueda de algo nuevo y, obviamente, mexicanos residentes en Buenos Aires.
Con respecto a la cocina de los inmigrantes latinoamericanos, su inserción empezó a cobrar mayor visibilidad a partir de los 90, con distinta suerte en cada caso. La cocina peruana fue una de las que consiguió una gran consolidación de las últimas dos décadas.
"Crónica de la Gastronomía Porteña/Tradición e Identidad: 1810-2010"
Autores: Marcelo Álvarez y Carina Perticone.
Editorial: Dunken.
Precio: $ 95.
Adquiéralo en la sede de la Ahrcc: Tucumán 1610 (CABA) y librerías.
Tel.: (011) 4372-7275
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www.ahrcc.org.ar
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