La salida al mercado de las botellas petit responde a varios factores, algunos de ellos económicos, y otros emparentados con los cambios de hábitos.
Restaurantes y hoteles incorporaron estas medidas a sus cartas, respondiendo a la conducta de sus clientes. La elección de los mini está determinada por el precio: comprar una botella de 375 cc. cuesta prácticamente la mitad de una de 750 cc., permitiendo disfrutar de un producto premium sin realizar un gasto excesivo.
Adicionalmente, las nuevas restricciones al consumo de alcohol traen aparejada una conducta más responsable.
Lo bueno, en frasco chico
Las botellas en formato de 187, 375 y 500 cc. se están imponiendo en el segmento de vinos y espumantes. Buscando dar respuestas a un nuevo tipo de consumo, las bodegas ampliaron su portfolio y salen a ganar terreno en el mercado local e internacional.
CAMBIOS DE HABITOS.
El culto al vino, un mayor conocimiento del producto y el disfrute de esta bebida tuvo como consecuencia un consumidor cada vez más experimentado y exigente. Para los casos de consumo rápido, que anteriormente era monopolizado por la copa, hoy los establecimientos tienen la posibilidad de ofrecer un producto envasado en origen.
Paralelamente, estas nuevas medidas tuvieron su auge a partir de los nuevos hábitos de consumo: el vino es un producto que gana cada vez más consumidores especializados y espacios donde disfrutarlo. Está cada vez más presente en la vida diaria, desde un almuerzo cotidiano hasta una salida en pareja o encuentro de negocios. Y este tipo de envases permite reforzar esta tendencia.
El restaurante Ginger, ubicado en Palermo, es un espacio en el que esta bebida tiene un lugar de privilegio. En este caso ampliaron su carta de vinos pequeños para acompañar postres, con opciones generalmente dulces que encontraron una gran aceptación entre sus comensales. "Asimismo, ofrecemos las cervezas en envases pequeños, intentando colocarlas en los after office bajo la modalidad de 2x1. El envase es más cómodo para tomar sin vaso y es el preferido de los que disfrutan de sentarse junto a la barra", relató Diego Valentín, socio de Ginger.
ABRIENDO EL JUEGO.
Estos formatos son comunes en los vinos jóvenes de las tradicionales bodegas, líneas premium y partidas limitadas pensadas para el canal on trade o para el catering de las aerolíneas.
Hace un año y medio Bodegas Graffigna salió al mercado con sus envases personales, acompañando sus cosechas tardías. Se trata del Graffigna Centenario Malbec y el Graffigna Centenario Cabernet Suavignon , vinos dulces de 500 cc. para acompañar postres.
El primero nace en el Valle de Pedernal, San Juan. Es de tono rojo violáceo intenso, con notas de frutas rojas y madera, y su graduación alcohólica es de 14%. Por su parte, el Graffigna Centenario Chardonnay es del Valle de Tulum, San Juan. En este caso es un 100% chardonnay con el 13,5% de graduación alcohólica. "Los comercializamos en restaurantes y vinotecas, y tienen mucha continuidad. La demanda de consumo es menor que las de otras botellas, pero la rentabilidad se equilibra con el precio de cada unidad. Con estos formatos intentamos ingresar a hoteles y restaurantes. Y la producción anual que estamos teniendo es de 9 mil l. De hecho, esta cantidad puede llegar a incrementarse porque estamos insertándolos en el mercado de Estados Unidos y Europa, donde tienen gran aceptación", relató Mariana Tiscornia, brand manager de Bodegas Graffigna.
Con respecto a los espumantes, la firma Mumm lanzó el Mumm Cuvee Reserve Extra Brut 187, tanto para fomentar el disfrute individual como para que la bebida se consuma completamente una vez abierta, ya que el principal sello de calidad está en las burbujas y se pierden si se deja la botella abierta por un período prolongado.
Con origen en el Valle de Uco, Mendoza, tiene una graduación alcohólica del 12,5%. Su cepaje es 70% chardonnay y 30% pinot noir. Presenta un color amarillo verdoso con tonos dorados, y es de carácter frutal y floral. "Esta bebida es una ventaja económica para el consumidor final porque la diferencia en precio es significativa. Una botella de 750 cc. cuesta entre $ 100 y $ 150, mientras que la pequeña ronda los $ 30. Además, desde un primer momento se lanzaron en restaurantes, pubs y discos para competir con los tragos. Y cada vez más jóvenes se animan a los espumantes en reemplazo de las cervezas. En este momento, generan entre un 10 y un 15% de nuestras ventas. Anualmente producimos un total de 145 mil l.", detalló Mariana Tiscornia, brand manager de Mumm.
Por su parte, Sylvia Bianchi, vicepresidenta de Casa Bianchi, explicó que "la bodega comercializa en formato de 375 cc. sus vinos Bianchi Borgoña, Bianchi Chablis, Don Valentín Lacrado y -como una unidad de negocios diferenciada- el New Age en botella de 250 cc. Apostamos a estos nuevos formatos para responder a la tendencia de consumo individual fuera del hogar. Además, porque son solicitadas para el servicio a bordo de algunas aerolíneas y por los huéspedes de hotelería. Mientras que al cliente final le brindan practicidad y son una opción para el consumo responsable de alcohol".
Con respecto a las ventas, les permitió incrementar los canales de consumo, como restaurantes, bares, discos, pubs, confiterías y hoteles. "Estos nuevos envases no le restaron porcentaje a las ventas de las botellas de 750 cc; no hubo canibalización entre los formatos porque en general las situaciones de consumo son diferentes", explicó Bianchi.
El Grupo Freixenet tiene presencia en Argentina desde hace más de una década y cuenta en su portfolio con el Freixenet Cordón Negro Mini de 200 cc. y el vino Oroya-Special for Sushi de 500 cc.
El primero muestra su diferencia con el cierre screw cap (tapa a rosca), en reemplazo del corcho. Es una opción muy aceptada por el público joven. Su coupage es 60% parellada y 40% macabeo; en boca es fresco y ligero, y alcanza armonía entre acidez y azúcar. Mientras que el Oroya representa la alternativa a las bebidas tradicionales destinadas a acompañar el sushi, tales como sake, cerveza o té.
"El Cordón Negro logró una importante repercusión en el sector hotelero, mientras que el fuerte del segundo es el gastronómico. En el último año la demanda de este tipo de formatos fue creciendo, aunque no representan un volumen de ventas muy significativo para la empresa", resaltó Andrea Basso, gerenta de Marketing Freixenet Argentina.
Por su parte, Bodega Norton comercializa actualmente el Norton Clásico -tinto y blanco- en 375 y en 500 cc.; Norton Varietales Jóvenes Malbec y Cabernet Sauvignon, en 375 y en 500 cc.; y Norton Cosecha Tardía, en 500 cc. Además, en pocos meses estará incorporando el Malbec DOC y Chardonnay Roble, espumante Norton Extra Brut (los tres en 375 cc.), y el espumante Norton Mini en 187 cc.
En general estas presentaciones son reducciones de las de 750 cc. "Estos formatos permiten tener una oferta más diversificada hacia el consumidor y para nosotros implica una manera de estar presente en distintas ocasiones de consumo. En el canal on trade, aquel que quiere tomar vino no siempre necesita abrir una botella de 750. Además, permiten un consumo más responsable en relación con el control de alcoholemia. En el caso del Norton Mini de 187, apuntamos a un consumo joven y nocturno, compitiendo directamente con bebidas espirituosas y cervezas premium", expresó Fernando Marcos, gerente de Marketing de Norton.
EL LADO B.
¿Por qué no todas las bodegas utilizan estos formatos? Porque implican un mayor costo: "Producirlos es mucho más oneroso que en el caso de las medidas grandes, ya que implica detener la línea de producción y desarrollar insumos, etiqueta, cápsula y líneas de fraccionamiento que no son habituales", explicó la brand manager de Bodegas Graffigna.
Asimismo, está la visión de Frigobar, una empresa que tiene en explotación 7 mil frigobares en distintos puntos de Argentina, 3.500 de ellos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el resto en Ushuaia, El Calafate, Bariloche, Mendoza, Salta, Misiones y Chaco. "Algunos establecimientos cuentan con espumantes en 375 cc. y vinos de distintas marcas en 200 cc. Pero estos productos casi no tienen movimiento. El mayor consumo de los frigobares es de agua (40%), gaseosas (15%) y cervezas (6%). El resto se distribuye en más de 30 productos, en los que se incluye otras bebidas alcohólicas y los snacks", remarcó Alberto Conte, director comercial de Frigobar.
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