El clima del mercado turístico local aún busca su equilibrio. El cambio de humor ya se ha consolidado y así lo reflejan las evaluaciones de la temporada estival, pero las sombras de un 2009 extremadamente complejo aún tienden a moderar y condicionar el alcance del optimismo cuando se mira hacia adelante.
Eso explica que finalizada la temporada de verano ocho de cada 10 integrantes del Panel de Expertos del turismo argentino hayan evaluado como mejor o mucho mejor de lo que esperaban el desempeño de sus destinos o empresas, mientras que las expectativas positivas de que el período marzo-mayo de 2010 sean levemente inferiores corresponden a siete de cada 10 respondentes del tercer Barómetro realizado por el Centro de Estudios en Economía y Gestión del Turismo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (FCE-UBA), en colaboración con la Fundación Proturismo.
En realidad, se repite el fenómeno observado en el 2º informe, en el que apenas el 60% -y no el 80%- depositaban expectativas de mejoría frente a la entonces inminente temporada estival 2010. Es decir, las expectativas previas se están quedando cortas frente a las evaluaciones una vez pasado el período examinado.
Los resultados del verano superaron las expectativas
Ocho de cada 10 integrantes del Panel de Expertos del turismo argentino evaluaron como mejor o mucho mejor de lo que esperaban el desempeño de sus destinos o empresas durante la temporada estival. Las expectativas positivas para el período marzo-mayo de 2010 son levemente inferiores. Visiones encontradas sobre el factor tarifario.
CONDICIONES Y CONDICIONAMIENTOS.
Una primera explicación de este comportamiento la constituye el hecho de que el duelo entre los factores que generan optimismo y los que producen incertidumbre, por ahora, se está definiendo a favor de los primeros. Por ejemplo, la "ausencia" del dengue en el último verano, las buenas condiciones climáticas y el no cambio del huso horario dejaron de ser condicionantes de las expectativas optimistas para pasar a ser factores de evaluación positiva.
Pero no fueron los determinantes. A la hora de explicar el mejor comportamiento de lo esperado de la actividad se apela a cuestiones que tienen que ver con la oferta y la demanda, y al suavizamiento de la gripe A y la crisis económica mundial como factores disruptivos.
Curiosamente, el estudio explicita que "no hay demasiadas referencias a que la mejor situación económica nacional respecto a la imperante un año atrás explique el mejor desempeño turístico". Y cuando aparecen lo hacen bajo la adjetivación de "cierta" reactivación, "algunos" indicadores favorables, o mayor "sensación" de estabilidad.
Por el lado de la oferta aparecen como argumentos la mejora de atractivos turísticos -tanto obras públicas como inversión privada-, eventos como el rally Dakar, más fondos para publicidad y marketing que un año atrás, y la mejora en la conectividad aérea y comercialización (por caso, descuentos por estadías prolongadas).
En cuanto a la demanda claramente se destaca el gran aumento de turistas brasileños por el lado del receptivo y la excelente temporada del Caribe, México y Estados Unidos para el emisivo. Ambas corrientes -sostienen los expertos- se vieron beneficiadas por cuestiones tarifarias (ver recuadro). Por un lado, porque la paridad cambiaria con el real hizo que muchos argentinos optaran por los balnearios locales y que los mercados emisores regionales se vieran atraídos por los precios de nuestro país. Por el otro, porque la caída de la demanda del Caribe por parte de Estados Unidos y Europa indujo a una baja de tarifas para transformar a Latinoamérica como opción de mercado emisor.
LO QUE VENDRA.
A la hora de argumentar el entusiasmo que lleva a que el 70% considere que el período marzo-mayo será mejor o mucho mejor en comparación con el otoño de 2009 aparecen dos fundamentos muy nítidos: la continuidad del efecto rebote de la crisis de 2009 y la atenuación del miedo a la gripe A. Pero así como para algunos las condiciones que hicieron del otoño de 2009 un mal período ya no existen o fueron superadas, para otros son condicionantes de su optimismo y de la mejora "del ánimo general". En este sentido, uno de los respondentes sugiere "será muy importante que la información sobre las enfermedades estacionales no imponga pánico", mientras que por el lado de la estabilidad local el atenuante es que "no haya grandes peleas políticas".
En el plano específicamente turístico, se estaría insinuando una menor estacionalidad, dado que se acentúa el fenómeno de viajeros "que prefieren tomar sus vacaciones fuera del período normal, aprovechando mejores ofertas y que hay menos gente en ciertos destinos". Las acciones de promoción, tanto públicas como privadas, vuelven a esgrimirse como factores para esperar un mejor desempeño, especialmente en el Noroeste. En la Costa Atlántica también prevén una buena temporada baja dado que los viajes durante el verano habrían sido de menor duración y entonces esperan que crezcan las "minivaciones reiteradas".
La cuestión de los precios, la continuidad del financiamiento con tarjetas de crédito, la mejora de las perspectivas del "campo", la recuperación del turismo de reuniones y del corporativo, así como un calendario favorable -varios aplauden la posibilidad de que se declare el 24 de mayo como feriado para aprovechar los festejos del Bicentenario- son otros factores citados.
Por el lado del emisivo, muchos sostienen que la actual paridad euro-dólar es favorable para los viajes a Europa.
Dentro de este clima generalizado de optimismo hay un porcentaje considerable que recuerda que en época de mundiales de fútbol -como el de junio en Sudáfrica- "siempre hay una baja en el interno".
Entre los pesimistas, la incertidumbre es fundamentada en "los acontecimientos políticos que se vienen dando desde principio de año" y en que "el efecto inflacionario produce la pérdida de poder adquisitivo, lo cual se convierte en una importante amenaza para el turismo interno".
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