Hace pocas semanas, el Caribe enfrentó una situación inédita. No porque no sufriera el paso de un huracán anteriormente, no porque no tuviera varios de estos fenómenos climatológicos en cada temporada, sino porque insólitamente sufrió dos tormentas inusualmente fuertes, con alrededor de dos semanas de diferencia y con un recorrido muy parecido. Y sus impactos no dañaron la vocación turística de la región ni su histórico poder de resiliencia, pero sí afectaron la infraestructura básica en muchos puntos.
El impacto de los huracanes y el desafío de la reconstrucción
“Irma” y “María” dañaron parte de la infraestructura regional, golpeando algunas islas con niveles inusitados de violencia que generaron una gran devastación. Sin embargo la reconstrucción ya está en marcha, buena parte del Caribe está listo para recibir visitantes y claramente, como se reclama desde la zona, la mejor manera de ayudar es viajar.
El huracán “Irma” se formó el 30 de agosto, llegó a categoría 5, con vientos de casi 300 km/h (295 para ser exactos): los más potentes registrados desde el huracán Félix de 2007. Producto de eso afectó el 90% de Barbuda donde los daños llegaron a US$ 150 millones, también impactó en St. Martin y en St. Barth, donde se estimó que entre el 80 y el 90% de los edificios de la isla fueron arrasados. También afectó Guadalupe e Islas Vírgenes Británicas y en menor medida Anguila y St. Thomas. “Irma” continuó su derrotero llegando a Puerto Rico, Cuba y Florida. El total de destrozos fue valuado en US$ 118 mil millones y se cobró la vida de 127 personas en toda la zona.
Respiraba el Caribe tras el paso de “Irma” cuando surgió “María”, con vientos de hasta 280 km/h y que llegó a la zona apenas un par de semanas después. Con categoría 5, también dejó una estela de daño valuado en US$ 105 mil millones. Las islas más afectadas fueron Santa Lucía, Dominica y Martinica, y luego de lleno: Puerto Rico. Las víctimas fatales llegaron en este caso a 1.298.
El impacto.
Obviamente, en cada isla el impacto fue diferente. Alguna incluso se vio más afectada por uno u otro huracán. Quizás la síntesis y la isla más golpeada fue Dominica. “Fue una devastación casi completa. Cada pueblo de Dominica, cada calle, cada grieta, cada persona en Dominica fue impactada por el huracán. No tenemos agua corriente ahora, no hay electricidad. Tenemos servicios de telecomunicaciones muy limitados por WhatsApp principalmente; los servicios de telecomunicaciones están caídos, las casas particulares han sido dañadas, algunas más allá de cualquier forma de reparación, todas aplastadas”, comentó Roosevelt Skerrit, primer ministro de Dominica, evidentemente conmocionado, el pasado 21 de septiembre. Y prosiguió: “Muchas de nuestras escuelas han sido destruidas. Nuestro hospital principal no tiene electricidad ahora. Las enfermeras han estado trabajando las últimas 96 horas sin parar tratando de brindar atención a los pacientes... La comunicación a muchas partes del país es imposible Tendremos que acceder a las aldeas por mar y helicóptero”, dijo el primer ministro. Skerrit, señaló en ese momento las necesidades de suministros esenciales como camas y ropa de cama, kits de higiene, suministros de agua y alimentos, suministros para bebés, lonas alquitranadas, así como servicios de helicópteros para el transporte aéreo de suministros a las comunidades y para las evacuaciones médicas.
En ese mismo mensaje, el primer ministro agradeció el apoyo de lo que denominó “familia caribeña”. “Todos y cada uno de los países de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS) y la Caricom (Comunidad del Caribe) han respondido a la situación en Dominica. El mundo se está movilizando para ayudarnos”, concluyó Skerrit.
Las primeras medidas.
“La previsión era que Antigua sería devastada, nuestra infraestructura demolida, pobladores muertos y nuestra economía destruida. A la luz del día, la imagen es muy diferente. En Antigua no se perdió ninguna vida, todas las personas sobrevivieron. Los invitados en nuestros hoteles también están bien. Incluso nuestros animales fueron protegidos de esta tormenta masiva. Nuestro aeropuerto estará abierto para vuelos dentro y fuera de Antigua antes de las 2PM de hoy. La gente de Antigua debería estar muy orgullosa de la parte que cada uno de ellos jugó en nuestra impresionante historia de preparación y capacidad de recuperación”, comentó en el seno de la Caricom, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gastón Browne.
Obviamente, con el paso de destrucción concluido, comenzaron las tareas de reconstrucción, todo un desafío para las administraciones políticas y las comunidades locales. Sobre todo en lo referido al establecimiento de protocolos y prioridades. Justamente por eso, la colaboración regional y los encuentros multilaterales se dispararon como foros de debate, de intercambio de asistencia y de ayuda. Una de ellas fue una reunión de la que participaron representantes de la Caricom, junto sus pares del Banco Mundial.
También se activaron los primeros mecanismos de ayuda financiera. Por ejemplo, el Servicio de Seguro de Riesgo de Catástrofe del Caribe (CCRIF), realizó pagos iniciales por un total de US$ 48,6 millones a los miembros afectados para necesidades inmediatas de socorro y recuperación.
Con parte de la infraestructura básica dañada, con servicios como el suministro de agua potable afectado en varias islas, el trabajo comenzó no sólo con la reconstrucción pensando hacia adelante, sino también solventando los problemas inmediatos. Porque justamente la falta de agua potable, el agua estancada de inundaciones producto de la lluvia, pueden generar problemas relacionados al desarrollo de enfermedades.
En una de sus primeras intervenciones públicas, el director ejecutivo del Cdema (Agencia para el Gerenciamiento de la Emergencia y el Desastre del Caribe, una entidad especializada dependiente de la Caricom), Ronald Jackson, señaló que “se identificaron las necesidades inmediatas de los más afectados, en particular, Barbuda, Islas Vírgenes Británicas y Anguila. Estos incluyen agua, alimentos, materiales para ayudar a proporcionar refugio temporal, como madera contrachapada y lonas alquitranadas, y especialmente efectivo para comprar artículos que ayuden con el costo de los esfuerzos inmediatos de recuperación”.
La actualidad.
A varias semanas de los huracanes, la situación de reconstrucción es dispar. En Puerto Rico, por ejemplo, sólo se ha logrado restablecer el servicio eléctrico para el 35% de la población. De hecho, datos de esta semana indican que 5.600 personas siguen viviendo en refugios y que sólo el 64% de la población tiene acceso al agua potable.
Stephen O’Malley, coordinador residente de la ONU para Barbados, calculó que la reconstrucción en el Caribe demandará US$ 1.000 millones.
Dominica, por ejemplo, perdió el 95% de su vegetación, Barbuda vio dañados sus tres principales hoteles y en Tórtola (Islas Vírgenes Británicas) el 95% de las propiedades costeras en las Áreas Norte y Oeste, han sido destruidas o gravemente dañadas.
Sin embargo, y más allá de que las islas más afectadas trabajan ya en su recuperación, buena parte de la región no recibió daños.
En lo que se considera quizás el primer análisis turístico pos huracanes, Joy Jibrilu, presidente de la Junta Directiva de la Organización de Turismo del Caribe (CTO), explicó que durante la primera mitad del año el arribo de viajeros creció un 5,2%, llegando a 16,6 millones de usuarios, pero que era de esperar que tras los huracanes, los arribos crecieran menos. “Con el paso de los huracanes Irma y María, la tasa de crecimiento en los trimestres restantes de 2017 disminuirá. Por lo tanto, la tasa de crecimiento esperada de los arribos de turistas oscilará entre el 1 y el 2% en este año y se espera para 2018, cifras similares”, explicó Jibrilu. Pero la ejecutiva se refirió también a otros esfuerzos. “En medio de la adversidad surgió un renovado espíritu de asociación, con las líneas de cruceros, los medios, el sector hotelero y los gobiernos, todos se unieron con un único objetivo en mente: ayudar a los afectados a recuperarse”, dijo la directiva de la CTO. “Se estableció un Equipo Global de Recuperación Turística del Caribe (Gctrt). En su reunión constitutiva estuvieron presentes representantes de la OMT, de la WTTC, del Ministerio de Turismo de Bahamas, la Asociación de Hoteles y Turismo del Caribe, la Organización de Turismo del Caribe y la Compañía de Desarrollo Turístico de Jamaica”, agregó Jibrilu.
A contrarreloj.
El Patronato de Turismo de Islas Vírgenes Británicas emitió un comunicado informando que pese al impacto de los huracanes y desde el pasado 1° de noviembre, reabrió muchos de sus puertos. De hecho, de 62 estaciones de recalada de los cruceros en el Caribe, sólo 15 permanecen inoperativas. “El 75% del caribe no ha sido afectado”, señaló Hugh Riley, secretario general y director Ejecutivo de la CTO, quien agregó: “Y la mejor forma de ayudar al Caribe es visitar el Caribe”.
Otro ejemplo de recuperación es Anguila. Su oficina de turismo emitió un comunicado en el que anticipa que en pocas semanas más comenzará a recibir “los primeros huéspedes para la temporada navideña”. “La limpieza y recuperación de la isla avanza a un ritmo acelerado, superando las expectativas. Además, las comunicaciones por teléfono e Internet ya fueron restauradas en gran parte del territorio, los caminos y las playas fueron limpiados, no hay más filas en las gasolineras y los mercados se encuentran abastecidos. La luz eléctrica fue restaurada en diversos pueblos entre Crocus Hill y The Valley”, agregó la Anguilla Tourist Board.
En línea con lo afirmado por Riley, el comunicado afirma: “La mejor manera de ayudar a Anguila es viajando a la isla”. Incluso más, las autoridades turísticas de la isla impulsan la idea del “volunturismo”, esperando que, solidarios con lo sucedido, los viajeros desarrollen diversas tareas de voluntariado y colaboren con la restauración en Anguila. Una de las propuestas, de las más sencillas, es el programa “Plant a tree, let it grow” (Planta un árbol y déjalo crecer), liderado por Sandy Island Enterprises.
Una urgencia comprensible
Claramente, en el escalón siguiente a los sistemas de infraestructuras básicas a reconstruir, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) reclamó que se ubiquen los aeropuertos. Lejos de ser una demanda egoísta, la secretaria general de la institución, Fang Liu, explicó que hasta el momento “el papel de la aviación internacional ha sido fundamental para facilitar las operaciones de ayuda humanitaria”. Justamente, la directiva apuntó a eso: en 2016, el 80% de los turistas que arribaron al Caribe lo hicieron por vía aérea. Para 2034, los 9,7 millones de trabajadores del sector sostendrán a la región. Sólo este año, el turismo aportará al PBI caribeño un total de US$ 430 mil millones.
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